|saránta ennéa|

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Capítulo cuadragésimo noveno
De confiar y temer

Joseph se levantó cansado.

Si bien, no tuvo que hacerlo a las cuatro y media como lo hacía normalmente en su casa, no le habían bastado las horas de sueño.

Los premios habían terminado tarde, e inmediatamente después Sarah prácticamente había echado a Tara. Y luego lo hizo que sacara su guion, el cual, ella había estado mandándole mensajes todo el día sobre que no se le olvidara guardarlo en la maleta. Estaba harta de que no se lo supiera.

El Stone tenía la quizá mala costumbre de que en cuanto anocheciera, tenía que ponerse la pijama. Era lo primero que hacía llegando de la Academia. Antes de limpiarse la cara casi con la misma cantidad de productos que su hermana.

O si se le podía llamar pijama a que se pusiera solamente el pantalón del conjunto. Joseph nunca traía cubierta la parte superior de su cuerpo en su casa. A menos que hubiera visitas quedándose, y hacía mucho que no. Mucho, mucho, mucho.

Su tía lo había hecho estudiar con ella todo el guion mientras Jonah hacía la cena. Y le había dicho que le iba a dejar ponerse la pijama cuando fueran a cenar, pero no fue así. La cena había sido como el "receso" de Joseph e inmediatamente después Jonah se puso a lavar los platos y se fue a dormir porque sabía que Sarah iba para largo.

Lo hizo aprenderse todo el guion. Y no lo dejó irse a dormir hasta que ella le preguntaba al azar y él le respondía correctamente.

Y como si no fuera lo suficientemente tarde, se quedó hablando por mensajes.

No con Tara. Con Geovanni.

Se puso el uniforme para dormir mejor, porque sabía que no podría con su alma en la mañana. Y tenía que arreglarse el cabello y el rostro. Según él.

Se había levantado diez minutos antes que la alarma que había puesto. Normalmente, se hubiera vuelto a dormir, pero por cualquier razón, no quiso.

Se puso de pie para ir al baño, quejándose internamente de que no lo tenía a dos pasos como en su habitación en casa, y de que precisamente, tenía que salir del dormitorio para ir al baño.

Abrió y cerró con extremo cuidado, no tenía idea de a qué hora se levantaban sus tíos. Y no lo iba a averiguar a gritos de Sarah por haberlos despertado.

Pero entonces escuchó murmuros en la cocina.

Se quedó pegado a la puerta. No sabía por qué, fue una reacción. Lo que sí sabía es que esa puerta era invisible desde la cocina, prácticamente.

Aunque el departamento muy... acogedor y con paredes de papel. Así que sí escucharía.

-... Necesito cincuenta mil dólares... sí... pues, eh... para la boda, sí, para la boda... no, es que ocupamos otras cosas... ¿Sí? Entonces espero el depósito, gracias... sí, aquí se quedó Joseph... ajá, irreconocible la maldita perra... bueno, tengo que hacer desayuno, gracias, gracias, gracias, espero el dinero, me urge, gracias.

Joseph se quedó extrañado.

Se acercó a la cocina. Sarah no se había dado cuenta de que estaba ahí, ella estaba de espaldas en la estufa. Mientras la encendía, volvió a ponerse en el oído el celular.

-Ya, tranquila...

-¿Para qué ocupas dinero si toda la boda ya estaba pagada, sólo la cambiaste de fecha?

Hablaron al mismo tiempo. Desgraciadamente.

A Sarah le tembló la mano y dejó caer el teléfono. Éste se rompió, volteó a ver a Joseph asustada.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora