|saránta tría|

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Capítulo cuadragésimo tercero
Del desahogo

James sintió que había dejado un pedazo de su alma atrás y no podía explicarse por qué.

Pero desde que la vio besar a Scott en la mañana estaba muy inquieto.

Y lo último que le había dicho lo desconcertó. Por un momento, sintió que no la conocía.

Dio un largo suspiro. Algo le decía que era la última vez que salía por esa puerta, la entrada a la mansión. Se rascó la ceja, no sabía qué sentía. Un vacío en el estómago, físicamente. Pero, nunca había tenido esa sensación. Y quería reconocer esa emoción. Desde siempre había sido muy inteligente emocionalmente, sabía muy bien lo que sentía respecto a las personas y las situaciones con facilidad, así como sabía contenerse (a veces, Ares era su excepción). Pero en los momentos cruciales sabía hacerlo.

Se sentó en el asiento del conductor de su auto. Se había empapado del trayecto en el que no tuvo un techo sobre él, la lluvia sólo había empeorado. Key Biscayne era alto, no quería imaginarse lo inundado que estaría Miami. Aunque tenía la opción de quedarse en casa de sus padres. Pero no quería. No quería darles explicaciones de nada. Ni que le dijeran nada.

Su madre no dejaba de preguntarle por qué había hecho eso, pero la verdad era que Madelline no sería capaz de imaginarse ni la mitad de las cosas que su hijo hace. Y James simplemente no quería que ella supiera, no quería deformarse más ante ella.

Mientras que de parte de Andrew Donnovan, sabía que su padre estaba decepcionado de él, pero no decía nada. Y no sabía si era por no lastimar a Madelline o porque simplemente no quería creerlo. Pero hasta cierto punto lo que él pensaba le daba igual, siempre se había sentido un poco juzgado por su padre por todo. Abarcando el salir a fiestas hasta el querer ocultar su relación con Ares, pasando por muchas otras cosas. Mientras que su madre siempre lo apoyaba. O lo justificaba, pero James no lo veía de esa manera.

Sólo esperaba que Madelline no le hubiera dicho lo que vio, el por qué de la ruptura. Porque no quería un sermón. Ni siquiera sabía por qué lo hizo. O tal vez sí.

Tenía mensajes de su madre invitándolo a comer. Cosa que él respondió con que ya estaba en su departamento, estando literalmente en la casa de enfrente.

No era capaz de arrancar el auto. Estaba viendo la nada. No quería terminar con Ares. Claro que no. Estaba seguro de que lo perdonaría.

Segurísimo.

Por otro lado, sentía que estaba libre.

Si bien, al estar la relación oculta hizo y deshizo con muchas, cuando se supo de ella todo había sido un desastre. O no todo. Tara había sido la que más se había enojado y le gritó un día después de clase. James simplemente no entendía su enojo. O se hacía el que no. Ella le reclamaba que había sido su primera vez, que había sido una mierda, que ella no le importó en lo más mínimo y que para colmo él tenía pareja.

Pero, ¿qué iba a decirle? Era verdad. Él sólo se aprovechó del momento. Ares no estaba, y Tara estaba borracha y coqueteando con él. Ni siquiera le preguntó si era virgen o algo parecido, sólo se la folló y ya. No la vio llorar porque no le vio la cara. En cuanto terminó, se vistió y se fue. No se molestó en decirle nada o hablar con ella después.

Después habían estado otras chicas que ni siquiera recordaba. Las cuales ahora siempre se burlaban de Ares cuando la veían pasar por haberse tirado a su novio.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora