[46] Una Canción mas

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♔ CAPITULO XLVI




El traje era de una seda importada, sus zapatos eran hechos también de un cuero especial, sus rizos blancos con tintes rosados estaban atados y solo unos mechones quedaban al borde de su rostro dándole una apariencia mas juvenil, sus manos estaban aguantadas de blanco y llevaba una capa roja encima del saco que estaba repleto de broches y medallas como parte de su legado como Rey, incluso los botones de oro y la correa plateada le haría parecer un héroe de guerra, incluso si había ganado varias batallas a lo largo de su vida ninguna de estas le llenaron lo suficiente como para enorgullecerse de ello.

—Mi rey—se inclinaba el sirviente a su lado—es hora

Azusa escoltaba al Tougo con solemnidad mientras mantenía su rostro serio, por dentro estaba emocionado.

—Ciertamente lo es—respondió sonriente—¿Esa persona también esta aquí?

Azusa asintió

Tougo Sakamaki medito por unos segundos antes de seguir el camino hacia el baile. Dio pasos  hacia otro pasillo antes de advertir.

—Primero le voy a dar una visita a mi viejo amigo



(...)



El agarre del pelirrojo no ceso hasta aventar a Yui en un balcón donde unas cortinas cubrían la vista de lo que acontecía, al mismo tiempo la luna los observaba como testigo.

—¿Haz estado cerca de mis otros hermanos?—pregunto de inmediato con un tono calmado y aterrador

Los ojos de la rubia se agrandaron ante el pánico. Ayato la observaba con un rostro serio que arrugaba la sien de su atractivo rostro, los ojos esmeraldas del joven estaban iluminados con una ira estremecedora.

—Contéstame, ¿Ha cuantos chicos mas haz dejado que te toquen?—se acerco en largos pasos a ella

Apoyo sus brazos en el balaustre en donde se apegaba Yui.

—Ayato-kun...—musito con un miedo visible

Sin esperar mas por una respuesta oculto su cara en el cuello de Yui olfateando su dócil cabello que dejaba paso a un cuello blanco insinuante, Ayato apoderado por sus instintos mordió ferozmente su cuello para dejarle una marca rojiza y húmeda, Yui contuvo un gemido bajo antes de que este la soltara.

—Nunca mas dejes que nadie te tome de la mano o si quiera te mire. Eres mía hasta la ultima fibra de tu ser. Mas te vale grabartelo en tu insignificante cerebro de ahora de adelante.

Yui no paraba de temblar hasta hace un momento, pero al ver la sonrisa satisfecha de Ayato cuando le hizo la marca de alguna manera se sintió aliviada, olvidando por segundos el dolor palpitante.

『MI PROPIEDAD PRIVADA』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora