6

640 124 218
                                    

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

CAPÍTULO SEIS

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

—¿Qué es eso de ahí? —los ojos claros del castaño estaban puestos sobre la parte superior de su desnudo brazo. La voz de este era baja, lo suficiente para que sus padres no escucharan debido a la música que salía de los parlantes del auto.

—¿Esto? —preguntó, con el dedo índice señalando a la marca morada en su brazo. Su amigo asintió, con el ceño ligeramente fruncido y la cabeza echada hacia un lado en señal de curiosidad —. Uh, yo-... Un mosquito- Me picó un mosquito —intentó que sus palabras salieran con seguridad, pero era claro que falló.

—No parece una picadura de mosquito, porque ellos no dejan marcas de-

—Chicos, llegamos —exclamó su madre, dándose la vuelta para sonreírles. Cubrió la marca con su mano, justo antes que ella pudiera notarla —. No saben lo orgullosa que estoy por ambos. ¡Es su quinta medalla, felicidades! —sintió sus mejillas calentarse ante la emoción de su madre.

—Gracias, señora Hemmings —dijo el chico de su lado —. Pero, todos sabemos que sin Luke en el equipo estaríamos perdidos. Me alegro que lo haya arrastrado a esta ciudad.

—Tan dulce como siempre, Ashton —su madre rió ante su comentario, para luego salir del auto al lado de su padre. Ashton empujó ligeramente su hombro —. Mamá ordenará pizza y malteadas. ¿Te quedas a la cena?

—Sabes que no pierdo una de las cenas de victoria que ella hace desde los once —el chico de trece años revolvió su cabello, haciendo que blanqueara los ojos para luego salir del auto.

Ambos se encontraban en su habitación minutos después, con una caja de pizza en la cama y un videojuego en la pantalla de su televisión. Una costumbre que tenían cada vez que ganaban una competencia.

Conoció a Ashton gracias al equipo, como con casi todos los amigos que hizo, pero él era diferente.

Este chico tenía esa radiante energía que atraía a cualquier persona, al igual que una contagiosa risa, aunque no solo era eso. Él era como el pegamento que unía al equipo, alguien que, para su corta edad, sabía era lo que significaba ser un verdadero capitán. Y, lo sería, de no ser porque el entrenador lo eligió.

De todas formas, Ashton no solo era bueno cuando se trataba de deportes. La mayoría en la escuela lo amaban. Casi siempre estaba rodeado de este gran grupo de personas que siempre soltaban risas y celebraban sus bromas (también era una de ellas). Pero, ellos no lo conocían en realidad, no como lo hacía.

Estaba seguro que estuvo cerca del rizado en sus peores momentos. Como cuando se ponía demasiada presión sobre los hombres por sus notas por no decepcionar a sus padres, o pasaba noches sin dormir y en recurrentes estados depresivos (algo que comenzó a tratarse cuando sus padres se enteraron). Ahora, ya estaba mejor que hacía un año, pero eso no quitaba el hecho que siempre estuviera al tanto de como le iba y si necesitaba ayuda.

Eran bastantes cercanos, y una de las pocas personas a las que podía llamar amigo.

—¿Cómo puedes ser tan bueno en los deportes de verdad y tan malo en los videojuegos? —el rizado soltó un bufido, para darle otro empujón a su hombro en un intento de anotar a su portería —. No hagas-

—¡Luke, Sara vino a visitarte!

—Oh, no —dijo Ashton y comenzó a reír luego del grito de su madre, a lo que blanqueó los ojos. Siguió jugando, intentando ignorar las molestas miradas que él le seguía dando.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora