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CUARENTENA Y SEIS

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No debería estar haciendo esto.

Su cabeza le gritaba que este no era el plan que acordaron. Y, estaba yendo en una dirección completamente equivocada. Lo único que lograría sería empeorar todo.

Se suponía que iba a ir a ese lugar para hacerle saber a Michael que no estaba solo, que sería ese apoyo que necesitaba. Le diría que estaría a su lado, y que no importaba si las palabras que dijo fueran reales o no, lo único que quería era no perder a su amigo, pase lo que pase. Pero, ese plan no estaba yendo para nada bien desde el momento que los rojos labios se pegaron a los suyos, tomándolo por sorpresa.

Ahora, se encontraba acá, con el cuerpo del chico del cual estaba completamente enamorado sobre su cama, mientras sus labios dejaban un camino de besos desde su cuello hasta sus clavículas. Podía sentir su caliente y desnuda piel contra la suya, mientras bajos jadeos eran soltados, llenando la habitación.

No podía evitarlo, lo único que quería era hacer sentir a Michael bien, darle todo lo que estuviera a su alcance para satisfacerlo. Quería acabar con sus miedos, y hacerlo saber que estaría ahí sin importar qué.

Y, se lo haría saber, una vez acabaran con esto. Cuando los labios de Michael dejaran de ser tan adictivos para los suyos y sus manos dejaran de tener la necesidad de recorrer su desnudo cuerpo. Primero, haría que él olvidase cada preocupación que pasaba por su cabeza, y se encargaría de borrar cada mal momento o temor que pudiera tener.

Sus manos fueron al elástico de la ropa interior del teñido, mientras sus labios seguían bajando por el largo de su pecho, remarcando las borrosas manchas moradas de la última vez, hasta que volvieran a verse rojas. Michael levantó las caderas, para que luego su ropa interior saliera por sus piernas, y terminara en el suelo. Su erección se pegó contra su estómago, haciendo que no pudiera evitar soltar un jadeo, para pasar a envolverla con su mano.

Separó con la mano libre las piernas del chico, posicionándose entre ellas, mientras ahora sus sabios se encontraban en los suaves y pálidos muslos, cubiertos con viejas marcas que hicieron sus dientes hacía unos cuantos días.

—R-Rápido —jadeó Michael, empujando sus caderas hacia abajo. Lo único que logró fue que quitara la mano de su miembro, para que quejido de molestia se escuchara después —. Luke —se quejó él, frunciendo ligeramente el ceño, con sus verdes ojos mirando en su dirección.

—Michael, si esta es tu forma de evitar que-

—Decía la verdad cuando dije que te necesitaba —llevó el rostro a la altura del del teñido, para poder verlo mejor. Él se sonrojó, pero no quitó la mirada de la suya —. Mi cabeza está hecha un desastre, y de verdad te necesito. Necesito que me toques, y me hagas sentir deseado, que me susurres lo- lo lindo que soy, aunque me cueste creerlo, que beses mi cuerpo y me hagas sentir algo más que no sea-... vacío.

—Está bien —murmuró. Los ojos de Michael seguían algo irritados por las lágrimas que soltó en el hospital, y lo que menos quería era ser el causante de que volvieran a ese estado. Quería satisfacerlo, y acabar con ese sentimiento —. Te haré sentir bien, Mike. Te tengo.

Michael asintió, para que luego dejara un corto beso en sus labios y pudiera continuar.

Tomó el pote de lubricante que dejó a un lado, para luego poner una buena cantidad en sus dedos. Levantó ligeramente una de las piernas de Michael, lo suficiente para tener una vista de su entrada y comenzar a hacer ingresar su dedo índice en ella. Sintió el cuerpo de él tensarse cuando lo hizo, por lo que se detuvo una vez estuvo dentro, para volver a besarlo.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora