Leave Your Mark With Every Bite ☆ muke

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CAPÍTULO VEINTISIETE

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Se encontraba dando cuidadosos pasos, mientras intentaba pasar por el largo pasillo. Sus oportunidades de pasar desapercibido eran altas, pero uno nunca sabía cuándo algo podía salir mal en un plan perfecto (vio suficientes películas de detectives para asegurarse de eso). Como ahora.

La puerta de la habitación de su padre se abrió de repente, haciendo que se detuviera por completo en seco. Sabía que debió pensar en los antojos de media noche del hombre (hasta había veces que se encontraban rebuscando en el refrigerador por una merienda). Maldijo en voz baja, pero no se atrevió a darse la vuelta para enfrentarlo. Solo se quedó de pie, escuchando sus fuertes pasos, mientras estos se iban acercando a su posición. Si esto fuera una película, ya estaría muerto. El detective Clifford había sido atrapado.

—¿Se puede saber a dónde te diriges a las... dos de la madrugada, Michael? —se dio lentamente la vuelta, para encontrarse con su padre con el ceño ligeramente fruncido y la mirada en su reloj digital. Intentó mantener su expresión seria (aún no todo estaba perdido), para luego aclarar su garganta.

—¿No debería yo hacer las preguntas acá? ¿Qué haces despierto? —entrecerró los ojos y miró al hombre, pero este no parecía estar con ánimos para seguirle la corriente. Soltó un bufido, dándose por vencido —. Quería-... mmm ¿leche?

—¿Vienes a buscar leche a mitad de la noche con zapatos puestos? —su mirada fue hacia el piso, encontrándose con sus botas negras. Sabía que debió prepararse mejor para este interrogatorio —. Mira, Michael no puedes visitar tan tarde a tu novio-

—¡Wow! —exclamó, poniendo ambas manos en su delante, mientras negaba repetidamente con la cabeza. Podía sentir mejillas calentarse —. No tengo novio. Espera, ¿acaso mi madre te dijo que era-...? Olvidalo. Pero, que quede claro, Luke Hemmings, no es mi novio.

—No me lo dijo, pero Amy hizo un buen trabajo subiendo fotos tuyas besando a su primo —maldijo de nuevo. Esa maldita chica siempre encontraba alguna forma de arruinar su vida de alguna forma —. Aunque, ahora, gracias a ti, tu madre no deja de aparecer en mi buzón de voz. Esto ya dejó de ser una opción, ya compré un boleto de avión para que vayas al almuerzo por su cumpleaños. Te lo iba a decir mañana, pero debido a este... encuentro, creo que es mejor que lo sepas desde ya.

—Es injusto. No puedes hacerme volver a esa casa de locos, ¡acabo de salir de ahí! —se lamentó, pero por la expresión de su padre, sabía que no habría ninguna clase de misericordia. Tendría que volver a ese lugar en unas semanas, y no sabía si podría salir vivo de ahí.

—Sí puedo, y ya lo hice. Ahora, ve a tu habitación —soltó un bufido y se dio la vuelta, sin darle otra mirada a su padre. No podía creer que lo esté obligando a esto —. ¡Y no quiero volverte a ver escapar a mitad de la noche a la casa de tu novio!

—¡Luke Hemmings, no es mi novio! —fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta de su habitación detrás suyo de un golpe. Estaba molesto, pero tenía aun un plan que seguir.

Prendió su teléfono, dándose cuenta de que tenía un mensaje no leído y otras notificaciones de sus tiendas favoritas para comprar postres. Hizo un gran esfuerzo por ignorarlas, para concentrarse en el mensaje.

Luke (2:16): ¿Estás bien? ¿Por qué te demoras?

Su mirada fue al librero que se encontraba lleno de discos y vinillos que solía coleccionar hacía unos años, y fue en ese momento que se le ocurrió una gran idea. Recostó el cuerpo contra el mueble, para luego retroceder, empujándolo hacia un lado con su propio peso. Con el celular aún en las manos, se apresuró en teclear su magnífico plan.