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CAPÍTULO DIECISÉIS

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Intentaba concentrarse en la imagen de la pantalla acompañadas con las risas de fondo de parte de sus amigos, pero no podía. Su mente estaba en otro lugar, tal vez en otro momento. Puede que muchos años atrás.

En su mente solo estaban los pequeños pero brillantes ojos verdes y los rojos labios. Recuerda lo suaves que eran, aunque solo hubieran hecho una torpe presión sobre los suyos por unos pocos segundos. No entendía porque pensaba en eso, pero su mente no podía abandonar el recuerdo. Era molesto.

Esa persona que se suponía que debía estar a su lado para toda la vida, pero ya no quería ni ver su rostro. Y, sabía que todo era su culpa. Puede que necesitara disculparse, hasta rogar de rodillas hasta conseguir una clase de perdón, aunque supiera que nada de eso haría que todo volviera a la normalidad. Ya no podía hacer nada para cambiarlo, y eso era lo peor. Porque, no se dio cuenta de lo mucho que necesitó a esa persona hasta que volvió a aparecer, tan rápido como desapareció.

—Luke —su mirada fue rápidamente hacia el moreno, quien lo veía ligeramente preocupado. Luego, se dio cuenta que los ojos de los demás también estaban sobre su persona. Incomodo —. Sara lleva hablante por más de diez minutos, y aunque sabemos que mejoraste ignorándola, te veías... desconectado —miró hacia su regazo, sintiendo una ligera vergüenza.

—¿Es por Michael? —frunció el ceño, con la mirada puesta sobre la pelinegra. Sus palabras hicieron que los otros dos chicos lo miraran con algo de lastima. Dios, odiaba esto —. Desde que él vino, tú-

—¡Mierda, no! —exclamó, sintiendo frustración. Ellos sabían lo mucho que odiaba cuando lo veían indefenso, y eso estaban haciendo ahora. Conocía ese tono de voz a la perfección y esas miradas —. ¿Por qué siempre tienen que-... Mierda. Olvídenlo, necesito un cigarro.

Se puso de pie, para luego comenzar a buscar la cajetilla entre los bolsillos de sus pantalones. Siempre cargaba una consigo desde que todo esto comenzó, y no le importaba lo mucho que ellos odiaran que las usara, no iba a detenerse. Antes que pudiera sacar un cigarro, la caja fue arranchada de sus manos. Frunció el ceño, para luego notar el cuerpo de Ashton en su delante, con la caja en sus manos. Genial.

Ashton no se enteró de su adicción hasta tiempo después que se salió del equipo de natación. Lo encontró en la piscina, cuando estaba guardando los equipos. Recuerda la ira y decepción en su rostro, pero no dijo nada. Él casi nunca tocaba el tema, porque lo conocía a perfección y sabía que por más que lo intentara no lograría cambiarlo. A veces creía que todos ellos ya habían perdido la esperanza consigo

—Entiendo que quieras malograrte lo que queda de tus pulmones, pero por lo menos no lo hagas delante de nosotros. Es la maldita casa de Sara, tu "novia", sabes que si sus padres se enteran-

—¿Estas botándome? —sabía que esas no fueron las palabras de Ashton, pero estaba molesto y la única persona a la que podía dirigir su ira era hacia él. Si estuviera con un cigarro en su boca nada de esto pasaría.

—Chicos, deberían calmarse —Sara posó la mano sobre su hombro, pero no tardó en alejarse de su agarre, para quedar más cerca de Ashton. Extendió su mano hacia adelante para recibir su paquete de cigarros, pero este los tiró hacia el suelo para luego pisarlos.

—Te estas matando a ti mismo. Y, ¿sabes qué? Ya estoy harto de pretender que esto no me afecta- no nos afecta. Somos tus amigos, Luke. ¿Crees que disfrutamos verte haciéndote daño cada día? —su ceño seguía fruncido. Su mirada hacia un lado, notando que Calum se encontraba a su otro lado.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora