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CINCUENTA Y SEIS

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Decir que se encontraba molesto, era poco. Estaba mucho más que molesto. Tal vez, la palabra correcta sería indignado. Sí, se encontraba indignado porque nunca antes alguien se había atrevido a ignorarlo de esta manera.

Todo empezó hacía unos minutos, luego encargarse de llenar los tazones de Luna y jugar con ella, mientras cierto chico de cabellos rubios se encontraba en la sala, ocupado con sus deberes de la siguiente semana. Y, era comprensible, porque faltaba menos de un mes para que ciclo acabara y comenzaran las vacaciones de invierno. Por lo tanto, hizo lo posible para no distraerlo y solo atender las necesidades del pequeño animal que parecía estar creciendo demasiado rápido.

Como sea, antes que pudiera irse, luego de ser ignorado por Luna cuando se aburrió de jugar consigo (vaya, al parecer, hoy era el día de "Ignoremos a Michael"), fue que Luke lo detuvo. Creyó que sería para decirle algo como que no olvidara echar llave a la puerta o posiblemente preguntar donde acabó otro de sus suéteres (y la respuesta posiblemente fuera en su cajón de ropa), pero no. Los labios del rubio se posaron sobre los suyos, pegando su cuerpo contra la pared de una forma bastante brusca (no es como si se quejara, simplemente fue tomado por sorpresa).

Y, no se quejaba. Amaba este lado salvaje y desesperado de Luke, mientras sus caderas se movían en su contra y decía algo sobre como amaba la sensación de su piercing contra su piel. Hasta que todo se arruinó.

El teléfono de Luke comenzó a sonar, provocando que tuviera que retirarse encima de su cuerpo con un gruñido (sí, un gruñido), para buscar el aparato entre los papeles que dejó tirados sobre la mesa de café de su sala. Esperó a que la llamada acabara rápido o que él buscara alguna clase de excusa para tomarlo ahí, contra la pared, como tanto se jactó que haría, pero al luego de unos segundos, se dio cuenta que eso no pasaría.

Luke comenzó esta charla sobre Física con (como era de esperarse) Valerie, quien lo estaba ayudando con alguno de sus trabajos. Y, fue paciente, esperó recostado contra la pared mientras veía los minutos pasar en el reloj de en frente, pero nada. Su siguiente táctica fue sentare al lado del rubio, bastante cerca, pero él seguía escribiendo números en la hoja de su delante, mientras le hacía más preguntas a la chica a través de la línea.

Lo peor de todo era que, tenía una molesta erección debajo de sus malditamente ajustados pantalones. Una que, Luke prometió solucionar. Pero, ahora lo estaba siendo ignorado por completo sin importar cuanto hiciera para volver a tener su atención (hasta dibujó pequeños penes en las esquinas de su hoja, pero él los ignoró).

Su último intento fue cuando comenzó a dejar besos en el cuello del menor, pero este se hizo a un lado y empujó ligeramente su cuerpo, para poder seguir escribiendo tontos números en la hoja de su delante. Ahora, se encontraba con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido, mirando mal a un chico, quien ni siquiera le devolvía la mirada.

Indignante.

—Supongo que ya me voy —dijo, pero sin moverse de su lugar. Luke siguió sin levantar la mirada o decir algo, por lo que aclaró su garganta, logrando que los ojos azules se encontraran con los suyos por unos pocos segundos.

—Está bien, Mike. Avísame cuando llegues al campus —fue todo lo que dijo él, para luego volver a posar la mirada en la hoja de su delante, volviendo a ignorarlo por completo. Volvió a fruncir el ceño, sin creer lo que estaba pasando.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora