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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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Salió de la más larga hora de su vida, para luego caer rendido sobre uno de los casilleros. Cerró los ojos con fuerza cuando la campana sonó, haciendo que soltara una maldición. Solo quería dormir.

Acababa de terminar con el primer examen de su lista, el peor; matemáticas. No sabía como logró que las formulas aparecieran en su cabeza o que no se confundiera al restar con sus manos (Era normal, ¿está bien?), pero salió vivo de ahí. Ahora lo único que tenía que esperar era que su nota fuera subida a la red, y solo rogar porque sus padres vieran en sus pantallas algo más alto que 6.

Caminó como un zombi hasta la cafetería, como si su cuerpo le pesara, porque puede que se sintiera así. Se sentía completamente destrozado como si un maldito camión hubiera pasado encima suyo la noche anterior. Su cuello dolía, podía sentir las marcas en su piel latir, sus huesos dolían, hasta su maldito trasero.

Sí, puede que un camión hubiera pasado encima suyo, uno llamado Luke Hemmings.

No recuerda hasta que hora se quedó el rubio, pero en el momento que su alarma sonó ya se encontraba solo en su cama, abrazando a su almohada, con dolor en su cuerpo. Le costó demasiado poder ponerse el uniforme y conducir hasta este lugar, pero aunque sea el dolor lo distrajo de la ansiedad que estuvo sintiendo por el examen.

Dejó caer su cuerpo sobre una de las sillas de la cafetería, para luego tirar su mochila en la mesa y dejar caer la cabeza sobre ella, usándola como almohada. Sus parpados comenzaron a pesar, mientras buscaba una cómoda posición para iniciar con su siesta de exactamente treinta minutos, ignorando el sonido que hacían sus tripas. Pero, como era de esperarse, nada salió como la planeó.

—¡Michael! —rápidamente se levantó, tomando una posición de alerta. Su cuerpo se relajó al encontrarse con una chica de cabello negro con una gigante sonrisa de emoción en el rostro. Ella lo escaneó con la mirada, para luego hacer una mueca —. Te ves terrible.

—Gracias —dijo para luego soltar un bufido. Así era como acababa su oportunidad por poder recuperar unas cuentas horas de sueño —. Acabo de salir de mi primer examen, no esperes que este "radiante", mucho menos sin haber ingerido algún alimento en todo el día.

—No es eso —frunció el ceño, mientras la chica seguía recorriéndolo con la mirada. Ella se detuvo, para luego levantar su dedo índice y moverlo de arriba a abajo —. Todo tu cuerpo grita sexo —sintió sus mejillas calentarse, haciendo que apartara la mirada —. Alguien te destrozó, y por alguien, me refiero a Luke.

—Yo-... ¿Calum te- Digo, ¡No! —negó rápidamente. De verdad, necesitaba dormir. Sara soltó una risa.

—Oh, no hubo necesidad que alguien nos lo dijera. Ya sabemos que tu eres el vampiro —la chica señaló las marcas en su cuello, haciendo que rápidamente posara su mano en la zona —. Veo que Luke decidió vengarse.

—No somos-

—Sí, Luke ya nos dejó en claro que esto no es una "historia de amor" —asintió lentamente, para luego dejar caer su cabeza contra su mochila. Sintió a Sara acariciar su cabello, para luego soltar un suspiro —. Pero, no tienes que fingir conmigo.

Sería mentira decir que había podido librarse de sus malditos pensamientos que comenzaron desde el día que se encontró con Luke en la feria. Su mente solo lo llevaba a ese día cada vez que se encontraba soñando en voz alta. Podía sentir la mano de él entrelazando la suya, mientras imaginaba como estaban de nuevo en el Noria, viendo los fuegos artificiales. Estúpido.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora