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CAPÍTULO OCHO
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Se encontraba corriendo la más rápido posible desde la parada de autobuses, su corazón latía rápido, pero estaba seguro de que no tenía mucho que ver con el esfuerzo físico. Sus notas eran las mejores en las clases de deportes, además de ser capitán del equipo de natación. Era miedo.
Sus ojos estaban puestos en el reloj de su muñeca, sintiendo como el tiempo se iba acabando. No podía llegar tarde, porque hizo una promesa, una a sí mismo. Sin importar los problemas que le esperaban por haberse escapado de clases no podía fallar.
Pudo soltar un suspiro cuando llegó a la calle donde vivía y notó al gigante camión estacionado al lado de su casa. Su estómago se removió, pero de todas formas siguió avanzando. Unos hombres se encontraban cargando cajas y otro de ellos hablaba con la señora Clifford en la parte delantera. Intentó pasar desapercibido entre ellos, para meterse a la casa que tenía la puerta abierta.
Al entrar a la cocina pudo sentirse más calmado, pero eso no quitaba el hecho que debería apurarse. En cualquier momento podrían llamar de su escuela y sabía cual sería el primer lugar en el que lo buscaría su madre. Antes de seguir, su mirada se fue al chico que se encontraba a unos metros suyos, con un vaso de agua en la mano mientras lo miraba curiosidad. Blanqueó los ojos, debió esperárselo.
—¿Luke, qué haces aquí? —preguntó el chico de catorce años, con el vaso su mano —. Michael me dijo que tu madre no te dejó faltar a clases.
—No te importa —contraatacó. Fue el turno de este otro de blanquear los ojos ante su comentario —. ¿Tú que haces aquí, Calum?
—Vine a despedirme de Michael —respondió obvio el moreno, encogiéndose de hombros. Sus ojos estaban cristalinos y sus mejillas algo rosadas.
Hacia unos días Michael les dio la noticia. Recuerda que se lo dijo primero, hacia una semana, unos minutos después de que sus padres hablaran con él sobre la mudanza. Él apareció llorando en la puerta de su habitación, soltando palabras entrecortadas y bajos sollozos. Una vez logró calmarse fue que le contó.
Se mudaría con su madre y el hombre con el estuvo saliendo por como un año, además de la hija de este. Su padre siempre supo de aquello y jamás le molestó, pero vivir juntos era algo que dejó de funcionar para los Cliffords con el paso del tiempo. Su padre se quedaría por la empresa, pero su madre se iría y abriría una nueva. Era el mejor acuerdo al que pudieron llegar luego de semanas peleando.
Michael le dijo que rogó quedarse, pero su madre se opuso a la idea debido a los tratamientos que tenía y lo ocupado que estaría su padre para poder estar al tanto de su medicación. No dijo mucho ese día, porque sinceramente no sabía que decir. En el fondo tenía el conocimiento de que no habría nada de lo que dijera que pudiera hacer sentir a su amigo. Solo lo abrazó, y se encargó de limpiar sus lágrimas.
El día anterior Ashton y Sara fueron a su casa para despedirse de Michael. Escuchó que Sara lloró, sin querer soltar a Michael aunque Ashton la hubiera intentado consolar. Fue a pasar tiempo con Michael después de ellos, pero no a despedirse, sabía que esa no sería la última vez que lo vería. Ahora estaba aquí, aún sin saber si estaba completamente listo para despedirse de la persona que más quería.
—Ya veo —murmuró, sintiéndose ligeramente culpable por haber sido demasiado duro con el chico. Hoy no era el mejor día para iniciar una pelea con Calum.
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Leave Your Mark With Every Bite ☆ muke
FanfictionDonde escribo otra historia de Michael y Luke encontrándose a ellos mismos. O, donde narro el pasado; de dos niños que se prometieron el mundo y se juraron amistad eterna. También, el presente; de dos adolescentes perdidos y rotos con el paso del ti...