3

647 146 72
                                    

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

CAPÍTULO TRES

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

Se encontraba en la cocina, dando pequeños saltitos, en un intento de llegar a la puerta más alta de la despensa, aprovechando la falta de supervisión que tenía en estos momentos. De fondo se escuchan risas de otras personas acompañadas de música, algo a lo que estaba acostumbrado.

Sus padres siempre organizaban estas "reuniones de negocios" (no entendían en que consistían, pero su madre decía que eran "fiestas aburridas de adultos") al menos una vez al mes, haciendo que la sala principal de su casa se llenara de adultos con trajes caros y comida rara en su cocina. Pero, esas eran las ocasiones en las que lograba escabullirse hasta el escondite secreto (no tan secreto) en el que su madre guardaba sus chocolates favoritos.

Por estar realmente concentrado en su misión fue que no escuchó unos pasos viniendo desde la puerta de la cocina, hasta que una mano se posó en su hombro en el momento que creyó haber dado un salto lo suficientemente alto como agarrar una barra de chocolate. Al darse la vuelta fue que vio el rostro de su padre, con una ceja levantada y una sonrisa en el rostro. Rápidamente escondió las manos tras su espalda e intentó alejarse de la escena del crimen, sin darse cuenta de que dejó la puerta de la despensa abierta luego de su último intento.

—Michael-....

—¡Juro que fue un accidente! —exclamó, ocasionando que esta vez una risa saliera de parte del hombre. Frunció el ceño ligeramente, al darse cuenta de que su gran excusa no sirvió de mucho.

—Fingiremos eso, y prometo no decirle a tu madre, si es que me hacer un favor —ladeó la cabeza ligeramente con curiosidad, para luego ver a su padre ponerse en cunclillas, hasta llegar a su altura —. Como sabes estas reuniones son importantes para mí —asintió lentamente, todavía sin saber el punto de aquello —. Necesito que me ayudes.

—¿Cómo? —murmuró, frunciendo ligeramente el ceño. Por un momento se sintió importante, debido a la posibilidad de poder hacer algo para ayudar a su padre.

—Veras, hay un niño que vino, creo que tiene tu edad y- —su ceño se frunció más, al saber cuáles serían las posibles siguientes palabras de su padre —. Vamos, Mike. Sé que no te agradan mucho los niños de tu edad, pero necesito que hagas esto por mí. Si ese niño se aburre y quiere irse, sus padres también.

—Pero-

—Te daré una barra de chocolate —sus ojos se iluminaron ante aquellas palabras, para que luego asintiera rápidamente. El hombre sonrió para luego despeinar sus cabellos —. Es un trato.

Luego de eso su padre salió de la cocina, dejándolo solo, recordando que olvidó preguntarle donde se encontraba aquel niño. Soltó un suspiro, sintiéndose ya cansado sin haber comenzado si quiera su búsqueda.

Sin energías y sin una barra de chocolate, comenzó a recorrer los alrededores de la casa, con esperanza de que no tuviera que ir a los otros dos pisos si es que no encontraba a ese niño. Cuando estuvo por rendirse y dar por perdida aquella deliciosa barra fue que notó una pequeña figura sentada al borde la piscina bajo techo que se encontraba cerca del jardín trasero.

El niño tenía las piernas metidas en el agua mientras las movía de un lado al otro, con los ojos puertos en el agua, sin poder darse cuenta de que se encontraba acercándose lentamente hasta donde se encontraba. Fue cuando se encontraba a solo unos metros de distancia que dio cuenta de quien era.

Era el chico de la ventana.

Él levantó la mirada al sentir su presencia, para luego verlo algo sorprendido, pero aquella expresión cambió rápidamente a esa pequeña y tímida sonrisa que venía dándole desde hacía dos días. Cuidadosamente tomó asiento al lado del niño, y pegó las piernas a su pecho, para luego poner la mirada también en el agua.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora