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CAPÍTULO TREINTA Y UNO

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Escuchó unos pasos descalzos acercándose, pero eso no hizo que quitara la mirada del agua. Sus piernas se encontraban dentro, moviéndose lentamente y salpicando un poco de agua a su ropa de baño. Aún tenía puesta la camiseta de su banda favorita, mientras tarareaba una canción de ellos.

Llevaba unos cuantos (varios) minutos esperando a que cierto chico de cabellos rubios se acercara, luego de que se hubiera ido con la excusa de que iría a cambiarse, y sinceramente sus brazos ya estaban algo cansados de tener que soportar su cuerpo contra las mayólicas. Pero, de todas formas, no hizo nada para presionarlo. No sabía que tan difícil podía ser esto para él.

Al escuchar que los pasos se detuvieron volteó la cabeza, para encontrarse con este chico, parado a unos cuidadosos metros de distancia de la piscina. Él solo vestía una ropa de baño color verde, su pecho estaba completamente descubierto, dejando a la vista unas cuantas marcas moradas en sus clavículas. No pudo evitar sonreír al verlas, aunque estas ya se estaban desvaneciendo. Luke lo notó.

Él hizo una mueca algo incomodo cuando lo llamó con la mirada, pero se fue acercando lentamente hasta quedar de pie detrás suyo. Al parecer, esto no sería tan fácil como se lo imaginó.

No era un especialista, ni siquiera tenía idea de que era lo que el psicólogo de Luke le dijo con exactitud que hiciera, pero de verdad quería ayudarlo. No sabía que tan buena era esta idea, porque puede que el trauma por el pasó fuera más fuerte de lo que parecía, pero quería intentarlo. No quería rendirse como él como otras personas lo hicieron. Puede que sintiera que se lo debía.

Tal vez, lo hacía por ese niño que logró darle tantas sonrisas en sus peores momentos, que limpió sus lágrimas, lo dejó escabullirse a su cama en medio de la noche y se encargó de mostrarle el significado de la amistad. Sí, quizá él ya no estuviera después de todos estos años, pero algo dentro suyo lo hacia creer que tan solo había construido paredes a su alrededor para protegerse, como todos hacían con el paso del tiempo. Quería ayudarlo, aunque sabía que no lo ayudaría en nada a intentar alejarse de eso viejos sentimientos que seguían rondando dentro suyo.

Ayer no pudo siquiera cerrar los ojos la mayor parte de la noche por estar pensado en los sucesos del día anterior, en la cafetería. Su estómago se removía con solo recordar cómo se sintió cuando escuchó las palabras de Sara.

Se sentía un completo idiota por haber reaccionado de esa manera, porque ya no era un niño. No se suponía que siguiera pensando que el primer amor existía o que las personas no cambiaban con el pasar del tiempo. Se suponía que debía dejar ir el pasado, pero parecía imposible. Mucho más, cuando sus ojos se encontraban con los azules.

Estaba confundido, porque nunca se sintió así por alguien. No sabía si era real o solo su cerebro jugando consigo y mezclando el pasado con el presente. Si solo estaba volviendo a aferrarse a ese niño de cabellos rubios y sonrisas contagiosas por el sentimiento de soledad. No quería arruinar todo lo que habían logrado por eso.

Porque, ahora, Luke estaba ahí y ninguno de los dos se iría a ninguna parte. No podía arruinar esto que tanto les costó recuperar con sus tontos y confundidos sentimientos.

—¿Tú primero? —Luke tomó asiento a su lado y pegó las piernas a su pecho para luego rodearlas las con los brazos. Le sorprendía ligeramente la facilidad con la que podía hacerlo sin importar el largo de estas. Solo asintió.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora