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CUARENTENA Y TRES

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—Aquí esta su malteada de chocolate —dijo la chica, haciendo que levantara la mirada de la mesa. Ella puso la bebida en su delante, para luego sonreírle. Hizo lo mismo, pero no estaba seguro si su sonrisa se vería tan sincera como la de ella.

—Gracias —fue todo lo que pudo responder, para que después la joven mesera se alejara.

Su mirada se quedó en la malteada. No se veía tan apetitosa como la primera vez que vino a este lugar. Ni siquiera estaba seguro de porqué la había pedido si no tenía ganas de una. Tal vez, solo fue una excusa para poder sentarse en el último lugar que le traía buenos recuerdos.

No funcionó.

Escaparse de clases no fue el mejor de sus planes, especialmente si sabía que en cualquier momento su padre podría recibir una llamada de la escuela para avisarle de su inasistencia. Pero, se encargaría de eso después. Lo único que sabía es que no soportaría pasar el resto del día en el mismo lugar de la persona que acababa de defraudar.

No fue su intensión que esas palabras salieran de sus labios, no pudo controlarlas. No quería que todo fuera así, menos en el mismo que la madre de Luke cumplía un año de fallecimiento. No pensó, como siempre.

Ahora, estaba seguro que acababa de arruinar lo mejor que le pasó desde que salió de la casa de su madre. Sabía que ya nada sería igual luego de esto. No podría seguir pasando tiempo con Luke o sus amigos. Volvería a estar solo.

Y, no es como que es le importara demasiado. Era el último año, era casi posible que no tuviera que hacer demasiado esfuerzo para alejarse de ellos. Pero, la idea de pertenecer por primera vez a un grupo le gustaba. Jamás creyó que podría sentirse tan bien estar rodeado de personas a las que les importas y quieren verte feliz. Saber que la posibilidad de que hubiera arruinado todo eso, solo lo hacía sentir un nudo en la garganta.

Tal vez, podría fingir que fue un accidente. Que, simplemente fue la emoción del momento y rogar porque Luke creyera eso. Pero, no estaba seguro de que fuese a funcionar si es que sabía dentro suyo que todo era una mentira, y cada día esos sentimientos seguían creciendo sin parecer tener alguna clase de control.

¿No había alguna forma de desenamorarse? Hacer que su cabeza dejara de pensar en esa persona; su voz, sus ojos, su tacto o sus besos. Una clase posición que lo hiciera acabar con todos esos sentimientos que lo único que hacían eran traerle más problemas de los que ya tenía. Estaría dispuesto a hacer lo que sea, con tal de arreglar todo este desastre que causó.

Lo único que sabía era que quería a Luke a su lado de nuevo, escuchar su risa, mientras soltaba comentarios sarcásticos, sentados al borde de su piscina. Quería más noches a su lado, mientras sus brazos lo rodeaban y se quedaba dormido sobre su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Necesitaba a su amigo, que le diría que todo estaría bien y que estaría a su lado sin importar qué.

Pero, lo había perdido por no poder controlar su estúpida boca.

Metió las manos a los bolsillos de su vieja casaca de mezclilla, pensando en regalarle la malteada a alguna persona de las otras mesas (solo había tres, pero eso era mejor a desperdiciarla). Pero, después, su mano derecha sintió algo dentro del bolsillo, haciendo que no tardara en tomarlo, para luego sacarlo de ahí y ponerlo en su delante.

Era una vieja cajetilla de cigarros.

No imaginaba cuanto tiempo estuvo ahí, porque estaba seguro que hacía varios meses que dejó su adicción. Ahora, estaba en sus manos, tentándolo; haciéndole saber que esta era la única forma en la debió acabar. Que ella era la única solución para acabar con la presión en su pecho, sus dolores de cabeza y todos sus problemas. Con ellos no necesitaba a alguien, ni a Luke, ni amigos. Puede que ese fue su primer error al volver acá, creer que habría alguien más dispuesto a sacrificarse por su persona.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora