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CAPÍTULO VEINTITRÉS

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Esto tenía que ser una broma. ¿Por qué siempre tenían que pasarle estas cosas? Lo único que quería era disfrutar su siesta de la tarde. Pero, claro, Calum tenía que arruinarlo todo enviándole un mensaje sobre si avanzó con la tarea de matemáticas.

Ahora, quedaban unos pocos minutos para que ya sea medianoche y no tenía idea de cómo resolvería dos páginas de tarea. Y, posiblemente, le hubiera importado muy poco esto si es que no se tratara de la materia que estaba demasiado cerca de reprobar. Sabía que si no la hacía, no ayudaría en nada a su promedio, hasta sería probable que lo empeorara. Necesitaba un plan.

Tomó su teléfono y pensó demasiado bien lo siguiente que haría, porque sería muy probable que se arrepienta de esto. Con nada de seguridad seleccionó el nombre de uno de sus contactos (no es como si lo hubiera agendado a propósito, más bien fue cuando Calum tomó su teléfono), para luego enviar un mensaje.

Tú (11:47): Dime que estas despierto. Eres mi única esperanza.

Luke (11:48): ¿Qué adolescente se duerme antes de las doce? ¿Qué necesitas?

Tú (11:50): La tarea de matemática lista para mañana. Si es que tomas tu trabajo como "tutor" seriamente, me ayudaras.

Se quedó con los ojos en la pantalla, esperando alguna clase de señal de parte del otro chico, pero su mensaje ni siquiera había sido leído aún. Sintió una ligera ansiedad, porque que sus notas pudieran empeorar no ayudaría en nada a que su madre comenzara a confiar un poco en que pudiera sobrevivir sin ella. Mordió su labio inferior, sintiendo sus manos sudar al no obtener todavía una respuesta. Aunque, sinceramente, no era como si esperaba que Luke corriera en su rescate después de haber estado ignorando estos últimos días.

No era como que hubiera comenzado a ser a propósito, pero se volvió en una costumbre cuando se lo encontraba en los pasillos o la cafetería. Sus pies comenzaban a caminar por su cuenta en la dirección contraria sin que pudiera evitarlo, especialmente cuando él se encontraba con sus amigos, o con su novia.

Su mente seguía reproduciendo las últimas palabras que le dijo en la piscina hacia tres días, sobre ayudarlo con su "problema" (ahora entendía porque su madre le decía así). Y, con solo pensarlo hacia que sus mejillas se calentaran lo suficiente como para hacerlo ver como un maldito tomate. Dios, lo único que pasaba por su mente cada vez que veía a Luke eran sus dientes sobre su piel, y eso estaba mal, porque no eran un sentido para nada... inocente. Simplemente, su cabeza seguía imaginando escenarios que no podrían pasar.

En primera, no era como si tuviera alguna clase de relación con Luke (ni siquiera estaba seguro de que fueran amigos). En segunda, no era como que sintiera algo por él. Sí, era atractivo, bastante, demasiado, lo suficiente para hacerlo soñar con los ojos abiertos entre sus clases, pero solo era eso. Una atracción física que no podría llegar a algún lado. Y, ahí es cuando entraba la última y tercera razón; Sara.

No era como que ambos hayan compartido grandes conversaciones o momentos significativos desde que llegó, pero algunas veces ella lo invitaba a su mesa en los almuerzos o lo ayudaba con tareas cuando se encontraba en la biblioteca. Además, no sería esa clase de persona que acaban con una relación solo por sus malditas hormonas adolescentes. Y, puede que, no quisiera arruinar la de Luke.

Ellos parecían hacer una rara, pero compatible pareja. Puede que Luke fuera algo serio y rodara demasiado los ojos cuando la pelinegra estaba cerca, pero siempre le veía esa pequeña sonrisa que intentaba ocultar cada vez que ella comenzaba a hablar o expresar alguna clase de afecto hacia él. No iba ser tan egoísta como para arruinarlo.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora