37

759 112 210
                                    

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

━━━━━━━☆ ☾ ☆━━━━━━━

Su mano sujetaba con fuerza la del chico de su lado, mientras se encontraba delante de esa puerta. Estaba seguro que su nivel de estrés en estos momentos era realmente alto.

Hacia unas horas su avión aterrizo, y luego de un buen rato buscando sus maletas, sin contar con el rato que perdió a cierto rubio en las tiendas de aeropuerto ("Pero, quiero comprarlo, Mike" "Las cosas en el aeropuerto son más caras. ¡Es una estafa para turistas, Luke!"), pidieron un taxi hasta la casa de su madre. Will lo llamó horas antes de su vuelo, para ofrecerse a recogerlos, y luego de asegurarle demasiadas veces que estaría bien por su cuenta, ya se encontraba acá, en el mismo lugar del que quiso salir por unos largos tres años.

Todo se veía realmente igual. La casa seguía siendo igual de grande, con esa pintura color crema, y las plantas medicinales que Will amaba regar y cuidar en su tiempo libre a los alrededores. Pero, en la entrada se encontraba un auto de más estaciono, que supuso que sería el que le compraron a Amy por su último cumpleaños dieciséis (ella siempre quiso uno rojo). Pero, la casa seguía dándole esa incómoda sensación de sentirse fuera, como excluido de ella. Soltó un suspiro para luego sentir una caricia en el interior de su mano.

Sinceramente, tener a Luke acá aliviaba todo un poco. Era como si hubiera traído una parte de su hogar consigo, que lo hacía recordar que todo estaría bien, pase lo que pase.

La puerta se abrió unos minutos después, para mostrar a Will, quien no tardó en sonreírle, para luego tomar las maletas de ambos (bueno, solo trajo una mochila debido a que solo pasaría dos días en el lugar, pero Luke al parecer no comprendió eso y trajo una maleta de ruedas consigo). Una vez la puerta fue cerrada en su detrás, tomó asiento en uno de los sofás de la casa, para luego el rubio se sentara a su lado y el hombre en frente.

—¿Cómo has estado, Mike? —preguntó Will, con una cálida sonrisa en el rostro. Parecía realmente interesado en saber la respuesta, pero eso no era novedad.

—Uh, bien. La escuela está yendo bien y ya me inscribí a dos universidades, estoy esperando la respuesta de alguna —el hombre asintió, a gusto con su respuesta. Luego, sus ojos se dirigieron hacia el chico de su lado —. Oh, él es Luke. Lo siento, olvidé presentártelo. Él era- es mi vecino, desde los ocho.

—Es un gusto, Luke —Will extendió su mano, para que luego el rubio la estrechara algo nervioso. Los ojos del hombro se quedaron sobre el chico para luego fruncir ligeramente el ceño —. Tu collar es realmente fascinante. ¿Te gustan las piedras?

—Will es admirador de esas cosas, cree que tiene propiedades "curativas" —hizo comillas con los dedos, a lo que el hombro rió. Todavía recuerda que poco después que se conocieron le mostró su colección.

—Oh, en realidad no sé mucho de ellas —dijo Luke algo incomodo, con las mejillas ligeramente rosadas. No entendía la razón de su nerviosismo, pero decidió ignorarlo —. Me la regaló Michael en mi cumpleaños, hace años —ese fue su momento para sentir sus mejillas calentarse. Will sonrió.

—Esmeralda; la piedra que abre y nutre el corazón, encarna la unidad, compasión y amor incondicional —recitó el hombre, mirando en su dirección. Luke hizo lo mismo, ligeramente sorprendido. Apartó la mirada, para luego morder su labio inferior —. Sorprendente elección para alguien que odia las "piedras de colores" —escuchó una risa salir de Will, haciendo que soltara un bufido, aun sin mirar a alguno de ellos.

Leave Your Mark With Every Bite ☆ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora