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        Dos días después de que Jungkook le contara lo ocurrido con Seul-Gi, Taehyung había terminado antes su examen para poder salir más temprano de clases. Sin siquiera regalarle una mirada a Jungkook o a Yoongi, salió del salón y corrió escaleras abajo, pero tampoco se detuvo para pasar por su casillero. Sus pies lo llevaron hasta la entrada de la escuela para luego llevarlo a la gran avenida para tomar un taxi que lo llevaría dónde su abuela.

        Cuando llegó, agradeció y pagó el servicio del taxi. Empezó a caminar hacia la entrada pero se detuvo al ver una señora vendiendo flores en un carrito. Se acercó hasta la mujer para pedirle un ramo de Claveles rojos, y mientras esperaba el cambio de dinero, sintió su teléfono vibrar. Buscó el aparato en sus bolsillos, y cuando lo entre sus manos, vio que se trataba de una llamada de Jungkook. Sin ganas de contestarle, apagó su celular para recibirle el cambio a la señora para después entrar al cementerio.

        Caminó varios minutos, ya que la tumba estaba algo lejos, pero sin rechistar llegó hasta el lugar. Mientras subía la pequeña colina donde yacían enterrados sus familiares, sentía como el nudo en su garganta crecía cada vez más. Cuando por fin llegó a su destino, se quedó observando las tres tumbas, y en cuestión de segundos ya habían lágrimas resbalando por sus mejillas.

        —Joder...— murmuró, apretando sus ojos con fuerza —¿Qué fue lo que hice para merecer esto?— susurró con la voz rota.

        Dividió el ramo de flores en tres partes, para así dejarlas sobre el verde pasto podado. Y ahí mismo se quedó, hablándole a su familia. Literalmente se desahogó frente las tres lapidas: les contó todos sus sentimientos, desde los más básicos hasta los más profundos y oscuros, también les habló de sus problemas y de todo lo que había pasado en su vida desde hace un tiempo. Estuvo toda la tarde hablándoles, incluso ni se percató de que la noche ya había caído sobre la ciudad.

Dicen que las conversaciones más largas, son con quienes más aprecias en tu vida...

Luego de haber soltado todo lo que tenía que decir, sintió como se había sacado un peso de encima, se había deshecho de toda la mierda que se le estaba pudriendo dentro.

Cerró sus ojos y dejó que la ventisca fría soplara su rostro con delicadeza, como si le estuviera haciendo cariño. Sólo entonces, cuando abrió los ojos, notó el cielo azul oscuro y estrellado, suspiró, se le había pasado la hora.

Buscó entre sus bolsillos su teléfono y lo encendió, a penas la pantalla iluminó su rostro se percató de que tenía demasiadas llamadas perdidas de Jungkook y Yoongi. Una mueca se dibujó en su rostro al ver la hora: era bastante tarde.

        —Ya son las ocho y treinta... C-creo que es hora de irme...— murmuró despacio mientras se levantaba del pasto —Espero que hayan disfrutado mi charla de tres horas y media.— rió débilmente, sintiendo su rostro mojarse debido a las lágrimas.

Se acuclilló frente al pequeño Jacarandá antes de sacar una botella con agua de su mochila, y con ayuda de su mano, la destapó y vertió todo el contenido sobre la plantita. Volvió a guardar la botella en su mochila para así girarse hacia las lápidas.

—Volveré pronto... L-los amo...— susurró en un pequeño sollozo.

Empezó a bajar la colina poco a poco con su mirada aún sobre su familia, y cuando los perdió de vista giró su cabeza hacia el frente. Caminó solo por la pequeña calle de cemento que era iluminada por altos focos, se topó con un par de personas que trabajaban en el lugar hasta llegar a la puerta principal. Y como el cementerio quedaba frente a una calle bastante transitada, se le hizo mucho más fácil tomar un taxi que lo llevaría donde Jungkook.

You warm me up ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora