—Que te jodan, Taehyung...— murmuró entre dientes —¡Que te jodan!— gritó furioso, tirando la lámpara lejos, provocando que esta se quebrara.
Luego de que Taehyung aceptara la propuesta de Taeyong, terminó sus clases con calma, terminó su trabajo y volvió a su departamento.
Necesitaba desahogarse, tirar toda la mierda que había cargado dentro durante semanas, que ahora, por fin salían a la luz, porque estaba realmente herido.
—¡¿Por qué?!— volvió a gritar, tirando los libros que estaban en su pequeña biblioteca al suelo.
—¡Jungkook abre la puerta!— gritó la muchacha del otro lado de la puerta —Por favor, Jungkookie, abre.
Cerró los ojos con fuerza cuando lo escuchó lanzar algo de vidrio, que se hizo trizas al tener contacto con el suelo.
—¡Jungkook! ¡No te hagas daño por favor!
—¡Te dije que te fueras! ¡Vete de aquí, Eunha!
Otro estruendoso ruido la hizo asustarse. Desde luego que no iba a dejarlo solo.
—¡Deja de comportarte como si tuvieras dieciséis! ¡Sal de ahí y enfrenta tus jodidos problemas!— gritó furiosa.
Justo cuando terminó su frase, el pelinegro ya había abierto la puerta y estaba frente a la muchacha.
Eunha miró por arriba del hombro de Jungkook la biblioteca: tenía libros esparrados por todo el lugar, habían pedazos de vidrio en el suelo y el rostro del menor era la definición de destruido.
La pelinegra lo tomó por el brazo y lo guió hasta la sala y lo sentó en el sofá, mientras ella seguía de pie.
—Te dije que te fueras...— murmuró con la voz rota, agachando la cabeza como un perrito.
—Jungkookie, mírame...— la pelinegra tomó el rostro ajeno entre sus manos. Con ayuda de su pulgar, retiró las lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas —Oye... Está bien que estés dolido, lo entiendo. Pero no me gusta que te encierres y lo afrontes solo.— habló con suavidad antes de plantarle un beso en la frente —Ahora que estoy aquí contigo, miraremos una película y comeremos mucho helado para pasar la pena. ¿Te gusta la idea, Kookie?
El pelinegro asintió despacio. Sin embargo, no pudo evitar sollozar. Abrazó a la muchacha de la cadera, apoyando su cabeza contra su estómago. Y lloró, se deshizo de todas las lágrimas que había querido soltar desde hacia horas.
Le dolía.
¿Era esta una venganza de Taehyung?
Tal y como Eunha dijo, se instalaron los dos en el sofá, Jungkook recostado sobre el abdomen ajeno. Comieron mucho helado de chocolate y vieron suficientes películas como para que Jungkook se tranquilizara.
—Te quiero mucho, Jungkookie.— espetó mientras jugaba con la melena negra del menor.
—También te quiero.
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You warm me up ✧ KookTae
FanfictionTaehyung no planeaba que Jungkook: un chico lindo, joven y con un piercing en la lengua, se iba a convertir en su profesor. Y tampoco tenía planeado sentir mariposas en su estómago cada vez que su profesor explicaba la materia en la pizarra. -¿Deber...