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El peligris abrió sus ojitos avellanas, de los cuales caían numerosas lágrimas. Inmediatamente tomó asiento sobre el colchón, su mirada perdida en algún lugar de las sábanas mientras estiraba su brazo hacia la mesita de noche, donde presionó el botón de su teléfono para ver la hora: aún faltaba una hora para que sonara su despertador.

        Se negó rotundamente a seguir durmiendo, porque cada vez que cerraba sus ojos, el rostro del azabache aparecía, causando que su corazón doliese como si lo estuviesen quemando con un encendedor.

        Se despojó de las sábanas que cubrían sus piernas, enseguida llevó estas contra su pecho para abrazarlas con sus brazos, al mismo tiempo que su cabecita se escondía en el hueco que se formaba.

        Ahí fue donde soltó su primer sollozo.

         Los sueños con Jungkook se hacían cada vez más frecuentes, cosa que no era del agrado del modelo. Porque joder, decir que lo extrañaba demasiado quedaba extremadamente corto, necesitaba de él con urgencia, porque hablar con el por videollamada no era suficiente para saciar sus ganas de tenerlo con él.

        Se había acostumbrado a despertar cada mañana junto a él, junto a su calor y a su cariño, también a pasar las tardes y noches juntos, hablando, riendo, viendo películas o simplemente recostados sobre una cama disfrutando de la compañía del otro. Y ahora, su única compañía era la soledad de su departamento.

        Sus codos se apoyaron sobre sus rodillas, por ende sus manos fueron a parar a su rostro, frotando este como si las lágrimas quemaran sobre su acanelada piel. Le tomó varios minutos tratar de calmar su llanto, y cuando por fin lo "logró", se estiró nuevamente para tomar su teléfono y encenderlo. Entró en la galería de fotos y aunque lo lastimara aún más, comenzó a ver las numerosas fotos que se había tomado con el mayor.

        Y mientras veía las imágenes, no pudo evitar que recuerdos de meses atrás asaltaran su mente. Quien diría que su vida se convertiría en toda una montaña rusa de emociones con solo la llegada de Jungkook, y en eso fue que recordó el primer día que lo vió.

         —Perdón por interrumpir, Nora.— se atrevió a decir el azabache, quien miraba enternecido cómo la mujer se saludaba con tanto cariño con aquel chico.

        La viejita y su nieto se voltearon a la vez, ella esbozando una sonrisa mientras que Taehyung se preguntaba quién era ese tipo.

        —Lo siento, Kookie. No te había visto... A estas alturas del día pensé que ya no vendrías.— dijo la anciana, tomando la bolsa de pan para envolverla y registrarla.

        Durante ese entretiempo, Taehyung se quedó mirando al tipo, prácticamente tenía su edad, cabello oscuro, piel blanca, ropa ajustada y linda sonrisa. 

        —Mira Kookie, este es mi nieto Taehyung, del que tanto te hablé.

        El tal "Kookie" se giró hacia el castaño, sonriéndole y dándole la mano amablemente
—Jeon Jungkook. Un gusto en conocerte Taehyung.

        En ese momento, el menor salió de su transe de análisis y lo saludó de igual manera —El gusto es mío.

Sus miradas se conectaron una milésima de segundo para luego desviarlas.

Una sonrisa nostálgica se dibujó sobre sus labios, al mismo tiempo que las lágrimas seguían cayendo. Quien iba a decir que horas después, Jungkook se convertiría en su profesor, y el dueño de su corazón. También, como si hubiese sido ayer, recordó la primera vez que tuvo el privilegio de besarlo.

You warm me up ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora