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"Mi querido Taehyung

Cuando leas esta carta, lo más probable es que yo ya no esté a tu lado. Y te estarás preguntando porqué no te hablé de la condición en la que me encontraba, y es simple, no lo hice por tu salud mental y física. No quería ponerte ese peso sobre tus frágiles hombros, ya tuviste suficiente con lo de tus padres, con la escuela y el trabajo. Además ya estoy vieja, mi amor. Viví mi vida feliz, y no hubo ni un solo momento en el que no me haya sentido orgullosa de ti y seguro que tus padres también lo estarían. Te has convertido en todo un hombre que estudia, que trabaja, que se gana la vida con esfuerzo y dedicación, que persigue sus sueños. Pero no solo eso, estoy orgullosa de lo fuerte que eres, porque no cualquiera hubiese podido soportar todo lo que tu has pasado a lo largo de tu vida. Tú has sabido levantarte, tú has aprendido a ser feliz. Y mi último deseo, es que trabajes en lo que te gusta, en lo que te hace feliz. Y si ser modelo o fotógrafo implica los más grande sacrificios, lo hagas, sabiendo que yo y tus padres te acompañaremos a donde tu vayas. Una última cosa... No llores por mi, por favor no lo hagas. No quiero que sufras más, quiero que el día de mi funeral tengas una sonrisa en el rostro, quiero que te sientas feliz de que por fin estoy en paz. ¿Me lo prometes?
Gracias por tanto... Te amo mucho mi bebé.

Tu abuelita~"

Una sonrisa cargada de nostalgia se dibujó sobre sus labios al mismo tiempo que doblaba perfectamente la carta y la guardaba en su billetera.

—Gracias a todos ustedes...— murmuró
—Gracias por darme las fuerzas de seguir en pie hasta el día de hoy.

Finalmente se acuclilló frente a las tumbas de sus familiares, y sobre estas dejó una flor sobre cada una. Luego se enderezó y caminó hasta el pequeño Jacarandá para regarlo con el agua que había traído en una pequeña botellita. Y hecho eso, volvió a pararse frente a su familia.

—Se que lo e dicho como diez veces, pero de verdad voy a extrañar venir aquí y hablarles... Me tranquiliza y... Me siento en confianza.— sonrió mientras leía los nombres —Los amo mucho, familia. Espero volver pronto a verlos.

Y dicho eso, les dedicó una última sonrisa antes de voltearse sobre sus talones para empezar a caminar hacia la entrada del cementerio. En ese mismo lugar, tuvo que esperar algunos minutos hasta que parara un taxi que lo llevara a casa, ya que había pasado dos horas hablándole a sus familiares.

        Cuando el taxi aparcó fuera del edificio, agradeció y pagó a la amable señora para enseguida bajarse. Como de costumbre saludó al portero antes de meterse al elevador, y a penas las puertas de este se abrieron de par en par, el peligris caminó por el largo pasillo hasta llegar a la puerta que le correspondía.

        Ya estando dentro, dejó las llaves en el pequeño pocillo como de costumbre y enseguida se quitó los zapatos. Su mirada cayó instantáneamente sobre el azabache, quien trabajaba sobre la mesa, con miles de papeles y cuadernos acompañándolo. Una suave sonrisa se dibujó sobre sus labios mientras caminaba hacia el, y ya estando detrás de su novio, sus manos se posaron sobre sus hombros, comenzando a masajearlos.

        —¿Cómo te fue, dulzura?— preguntó, apoyándose contra el respaldo de la silla y dejando el cuaderno que tenía en sus manos sobre la mesa.

        —Muy bien, amor. ¿Y tú? ¿Tienes mucho trabajo, Jungkookie?

        El azabache bufó sonoramente, sus ojos se cerraron y su cabeza se hizo hacia atrás, disfrutando el masaje que le brindaba el peligris —Si...— lloriqueó —Tengo que terminar la clase para mañana, hacer el examen para el martes, corregir exámenes... Estoy cansadito.— su labio se abultó de una forma sumamente adorable para el menor, quien se inclinó lo suficiente como para juntar sus labios.

You warm me up ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora