El capítulo de hoy va dedicado a una de mis lectoras favoritas. Una persona preciosa y dulce que siempre me dice cosas tan bonitas como ella. Gracias por disfrutar de mis locuras. Tengo muchísimas ganas de volver a abrazarte.
¡Felicidades, MarJosGar! 💜
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La puerta de la suite se abre y Agoney levanta la vista de su portátil en el que está terminando de editar la última de las canciones que Raoul tiene compuestas.
Su novio la atraviesa y le sonríe triste. El canario se preocupa, aparta el ordenador de sus piernas y le saluda con algo de miedo.
—Amor, ¿cómo fue la reunión?
El rubio camina hacia el sofá, se sienta junto a él y le da un beso suave en los labios antes de responder.
—Bien, el jefe solo quería contarnos que la semana que viene podremos salir de aquí y volver a casa a dormir, porque poco a poco vamos a recuperar la normalidad.
—Pero eso ya lo sabíamos. En las noticias no dejan de hablar de las fases de desescalada. ¿Por qué tienes esa cara triste, mi niño?
Raoul respira hondo y mira hacia abajo, rehuyendo la mirada de Agoney, porque tiene mucho miedo de expresar sus sentimientos en voz alta.
—Es que... eso significa que todos los huéspedes tenéis que volver a casa a lo largo del fin de semana.
Y ahí está.
El mayor miedo de ambos verbalizado en una sola frase.
Agoney nota su pecho resquebrajarse un poco y sabe que Raoul está sintiendo exactamente lo mismo. Se cogen de la mano y entrelazan los dedos sin atreverse a mirar al otro.
Respiran en silencio. En la habitación no se escucha nada más que sus pechos al subir y bajar y el aire que expulsan por la boca, intentando que las lágrimas no acudan a sus ojos.
Finalmente, es Agoney quien da el primer paso y habla, sin poder levantar la vista todavía.
—Sabíamos que iba a pasar, no nos pilla de nuevas.
—Ya lo sé, pero... —Traga saliva —han sido unas semanas mágicas y no puedo creer que ya se estén acabando.
Agoney le mira brevemente, intentando que los sentimientos de tristeza no opaquen sus palabras.
—Es una buena noticia. Poco a poco estamos saliendo de esta pesadilla en la que se encuentra el mundo entero.
—Sí, claro, es una buena noticia. —intenta autoconvencerse Raoul.
Agoney acaricia su mano y sube la otra para acariciarle la mejilla y secar una lágrima solitaria que rueda por su mejilla en silencio.
—Eh, amor, mírame. —le pide con una sonrisa tierna.
Raoul sorbe por la nariz y levanta la cabeza para buscar los ojos oscuros y emocionados que se encuentra.
—Es verdad, soy un dramático. —se ríe con pena, provocando una carcajada suave en su novio.
—Sí que lo eres. Sí que lo somos. —corrige —Pero es normal. Solo llevamos un mes juntos y ahora nuestra vida común va a cambiar radicalmente. Tenemos que volver a casa, seguir con nuestros trabajos y...
Pero Raoul no le deja terminar la frase y le interrumpe.
—¿Me vas a dejar?
—¿Cómo? —pregunta Agoney, perplejo. No se puede creer que realmente le esté preguntando eso. —¿Por qué dices eso, mi niño?
—Porque no sé cómo vamos a hacerlo separados. Y tal vez lo mejor para los dos sea...
—Eh, eh, Raoul, —Agoney le acaricia las mejillas y clava su mirada en los ojos color miel brillante —no pienso renunciar a ti. Hay un montón de parejas que son capaces de seguir juntas a pesar de la distancia. ¿Por qué no nos va a pasar a nosotros?
—Porque la distancia contigo es demasiado grande. Ni siquiera sé cuándo podré volver a verte.
—Siempre encontraré la manera de volver a ti, Raoul.
El rubio no es capaz de contenerse y llora, dejándose ir, liberándose y abrazándose al cuerpo moreno que le atrapa entre sus brazos y le acaricia la espalda con un amor infinito.
Agoney le deja desahogarse, permite que se vacíe por completo, que los sentimientos afloren y dejen paso a la sinceridad más absoluta.
Y él también querría llorar, pero sabe que, si Raoul le ve, se va a hundir por completo, así que se muerde el labio y pestañea muy rápido para que las lágrimas no se desborden.
Poco a poco, los sollozos dejan de escucharse, el cuerpo del rubio se queda quieto y solo se escucha su respiración calmándose poco a poco contra el oído de su novio.
—Ago, prométeme que va a salir bien. —dice, más calmado.
Y Agoney le aleja un poco de su cuerpo para poder mirarle a los ojos.
—Te prometo que lo vamos a intentar.
—¿Podré ir a verte cuando tenga que reunirme con tu discográfica?
—¿Cómo que si podrás venir a verme? —pregunta, fingiéndose ofendido —Uno de los lados de mi cama tiene tu nombre.
Ambos dejan ir una sonrisa dulce y se besan con suavidad.
Disfrutan de ese calor en el pecho que tan bien conocen y se dejan imaginar en un mundo en el que no tuvieran que separarse.
—Ago, te voy a echar muchísimo de menos. —reconoce Raoul, abrazándose de nuevo al cuerpo contrario y apoyando la cabeza en su hombro.
—Y yo a ti, mi niño. Pero, en cuanto pueda lanzar el nuevo disco y salga de gira otra vez voy a cumplir mi promesa.
—¿Qué promesa?
—La de guardar un sitio en todos esos aviones para mi novio. ¿Te crees que se me ha olvidado?
Raoul deja ir una risa tierna en el oído de Agoney y el canario sonríe al escucharle.
—Gracias.
—¿Gracias por qué? —se sorprende el moreno.
—Gracias por darme esperanza. —Respira hondo y continúa —Nos va a salir bien, ¿verdad?
Y Agoney responde, más seguro de sí mismo que nunca.
—Nos va a salir bien.

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Quarantine |Ragoney|
Fiksi PenggemarUn hotel de lujo se ve obligado a cerrar sus puertas a cal y canto por decisión de las autoridades sanitarias y todos sus huéspedes y empleados quedan aislados para evitar expandir el virus. Hay muchas reglas: lavarse las manos, llevar mascarilla y...