Capítulo 3

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Había prometido no trabajar más de lo necesario, pero hacerlo me hacía feliz. Estaba acostumbrada a esconderme en esas historias que podrían ser la de cualquier chica, menos la mía.
Un golpe en mi puerta me advirtió que mi amiga estaba en casa, no respondí.

¿Amelia?

Giré mi silla y esperé que entrara. Pamela con su cabello castaño largo y ondulado apareció frente a mí, giré los ojos.

¿Hasta cuándo vas a seguir molesta conmigo? —preguntó.

Hasta que consiga una amiga mejor que tú.

Amelia... ya me disculpé.

Giré mi silla y no le presté atención. Apagué mi computadora, pero ella se había sentado sobre mi cama.

Tengo algo que contarte susurró, continué sin mirarla Antonio nos invita a pasar el fin de semana en su casa.

¿Nos...?

Sí, nos... le dije que no te dejaría sola en tus vacaciones así que extendió la invitación.

Gracias, pero dile a Antonio que no...

¡Ame! Ya me disculpé no puedes estar enfadada toda la vida.

No estoy enfadada, solo que...

No te dejaré aquí agregó con seguridad el viernes saldremos de la ciudad y pasaremos un lindo fin de semana rodeadas de árboles, ríos y pájaros cantando en nuestras ventanas.

En serio no —repetí— ni siquiera he tratado mucho a Antonio y sinceramente con esas plantadas que te ha dado...

Amelia, él estaba enfadado... ahora estamos bien.

Era verdad, ella parecía feliz, por lo menos esos días lo había estado, incluso él le había enviado flores.

No hagas planes para el fin de semana —ordenó.

No respondí, pero ella no esperó que lo hiciera así que me resigné a acompañarla en ese viaje, pero aún era martes así que tenía algunos días para inventar alguna excusa para no ir con ellos.
Aquel día después de corregir las páginas que me había prometido revisar, caminé hacia la sala y me senté frente al televisor. Busqué una película adecuada y tomé mi teléfono para ordenar una pizza, ese era mi perfecto plan para esa noche.

El corazón se me aceleró cuando me di cuenta de que tenía tres llamadas perdidas, y todo empeoró cuando vi que él había llamado. Una llamada a las 3, otra a las 3:30 y la última a las 5:42. Además había enviado un mensaje que abrí de inmediato y las manos me temblaron cuando vi que estaba en línea.

Sebastián
Dijiste que tendrías tu teléfono a la mano...
Hola, lo siento, estuve trabajando y no escuché tu llamada.
¿No estás de vacaciones?
Sí, pero el tiempo libre a veces termina aburriéndome.
Los jóvenes se aburren con facilidad...
Quizá tenga razón, señor Sebastián... jajaja
Me encantaría oír ese señor saliendo de tus labios...
¿Te has ruborizado? Apuesto un desayuno en tu cafetería favorita que no me equivoco.
Te debo un desayuno...
Jajaja ¿Tienes planes para esta noche?
No...
¿Puedo invitarte a cenar?
Me encantaría...
¿A las ocho está bien para ti?
Sí, perfecto.
Bien, entonces envíame tu ubicación, pasaré por ti...
Si me dices dónde cenaremos puedo ir en taxi.
¡Pasaré por ti! Envíame tu dirección.
Está bien, no es necesario que grites...
No he gritado, el día que lo haga no querrás volver a verme.
El día que lo hagas no me volverás a ver.
Entonces me aseguraré de no perder la paciencia contigo... entraré a una reunión, nos vemos a las ocho.
De acuerdo, hasta entonces, Sebastián.
Hasta pronto, Amelia.

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