18 de febrero: Escúchala

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Ella decidió perder todo por recibir amor. Nunca lo obtuvo. Murió sin el.

Puso todo lo que tenía al fuego por recibir amor, por desgracia perdió todo lo que tenía y nunca lo conoció.

Esperemos que en el otro mundo pueda recibir lo que tanto quiso y lo que nunca tuvo.

Los pasillos de la gran mansión se hacen eternos mientras los atravieso, el silencio se topa conmigo y el frío arropa mi cuerpo, frotó mis brazos y tomo rumbo hacia mi habitación. Un fuerte estruendo capta mi atención

—¡¿Que haces?!— el grito de horror de mi madre me alerta.

—¡¿Por qué no te vas?!— sigo los gritos y puedo ver a mi padre con una botella en la mano, trozos de vidrios en el suelo y mi madre con una cara de espanto —. Necesito olvidar— susurra papá.

—¡Ella puede escucharte!— grita mamá—. Cálmate.

—¡No quiero perderla!— devuelve papá —. Joder, me acaban de decir que la muerte de mi hija será pronto y tu me pides que me calme ¡¿Estás bien de la cabeza mujer?!

Mi madre se tumba al mismo tiempo que lo hago yo en el suelo, desde el segundo piso puedo verla llorar, lloro junto con ella, desde la distancia llore.

—Ella necesita un donante— papá no tardó mucho en abrazarla.

Necesitaba un abrazo, necesita sentirme de nuevo bien, no tarde mucho en bajar las escaleras y en enfrentarlos, me uní al abrazo quise sentir un poco de amor, pero esta familia estaba rota desde hace tiempo y yo no podía complementarla porque mi tiempo aquí se asegura de romperla poco a poco.

Y lloré como nunca, tal vez está vez más fuerte que las últimas noches.

Lloré porque dolía, lloré porque hacía daño aunque sea indirectamente, lloré porque iba a morir y lloré porque el poquito de esperanza que tenía se había acabado, se había marchado. Y en ese abrazo me di cuenta que estaba rota y mis padres no podían repararlo. Y en ese abrazo supe que ellos no eran la pieza que buscaba en el mundo, que quizás todo este tiempo ellos fueron el puente a mi perdición.

Porque verlos llorar por mi solo generaba odiarme más, porque no solo me rompía a mi si no a los que amo y allí en ese momento quise no existir, quise extinguir.

—Perdónenme— susurré, y me aleje de ellos.

Corrí porque lejos de ellos tenía la esperanza de no herirlos, corrí porque buscaba sentir y no terminar rota como siempre, me deje llevar por el viento y terminé dónde menos lo imaginé, limpie mis lágrimas y me sumergí en mi nuevo hogar, el calor golpeó mi rostro y no pude contener una sonrisa, ese lugar me hacía feliz.

Me detuve en medio de todos, en medio de los bailes y la multitud, solo una persona captó mi atención, el resplandecía, no podía evitar la mirada, y cuando quise irme, y cuando decidí que era hora de volver, sus marrones ojos se encontraron con los míos, esa necesidad de ir hacía el me agobio, y quizás esta sensación era nueva, pero no tenía miedo, esta vez no le temí a lo extraño que navegaba en mi cuerpo. Esta vez quise sentir más y pedí por ello, camine hacia el, sin mirar a ningún lugar más, tal vez era su mirada y su linda sonrisa quién me animaba ir por más, y está sed por el se instaló, no pude evitarlo.

—Termine creyendo que no volverías.

—Tal vez el destino quiso que estuviera aquí.

El sonrió ante mi respuesta, tomo mi mano y no dude en correr junto con el, las risas nos atacaron mientras escuchábamos las maldiciones por parte de los demás, me sentía bien, y eso era todo lo que necesitaba, está vez no me iré. La brisa nos golpeó no pude evitar y lo miré, sus ojos brillaban, las estrellas se reflejaban en sus iris.

—¿Estás lista?— indago, y tal vez el no lo sabía, pero me sentía más que lista. Asentí y luego de ello solo sentí otra ráfaga de aire mientras caíamos —. Me gustaría ser así como las estrellas.

Fruncí el ceño mientras las observamos desde lo alto, el apoyo su cabeza sobre las palmas de su mano, para buscar mejor posición.

—¿Para brillar?— no me contuve y lo miré, buscando una repuesta mi cabeza giró sobre la manta en el tejado y solo lo encontré admirándolas.

—Para ser así de libres— deje de verlo y me perdí en mi propio mundo—. Y brillar sin tener la necesidad de apagar el brillo de otros.

Termine perdiéndome, yo no quería la libertad, tal vez me acostumbré a estar atada a una enfermedad. Pero le temía a mi propia libertad.

—Yo solo no quiero que dejen de brillar— susurré —. Tal vez ellas algún día se cansarán de animar al mundo y terminarán envueltas en una espesa oscuridad.

—O tal vez contribuyan en el crecimiento de las personas.

—Tendrías que ser el mejor observador para darte cuenta de eso.

—Hablas con mucho dolor.

Allí lo miré, porque sus palabras fueron directo a mi corazón, y el destino me ofreció alguien tan observador, para darse cuenta de lo que era el dolor. Tal vez exista la posibilidad de que el también lo conozca muy bien para saberlo.

—El dolor hace parte de mi.

Su silencio me confirmó que si, el conocía al dolor y eso era la mejor oportunidad para compartir el mío.

—Las emociones hacen parte de nosotros— susurró sin mirarme —. El dolor no es el único sentimiento en ti, Alex.

•••

Holaaa, aquí de nuevo, espero y les guste...sobre mis otras historias algunas están pausadas y bueno la otra la termine.

Gracias por el apoyo.

Los amo.

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora