30 de septiembre: El regreso de Ben

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Quisiera ver más allá de lo que me muestras pero es muy lejano llegar.

Tal vez la inmensidad del mar es incomparable con la distancia que hay entre las dos, porque tú pusiste una barrera, una barrera a mi.

Quisiera no sentir dolor, pero es inevitable. Porque Odrwi ahora no está. Y se siente extraño, se siente feo.

Quisiera explicar el vacío que siento, quisiera gritar pero no tengo fuerza, porque ahora no nos separa la inmensidad del mar, ahora nos separa el mundo.

Porque ahora no salgo de mi habitación, porque ahora no se a quien pedirle una explicación. Porque solo quiero que vuelvas, pero es tan imposible.

Porque ya no quiero a nadie, porque solo te quería a ti. Siento que mi pecho se oprime, siento mi cuerpo débil, siento las lágrimas salir, pero no quiero llorar. Solo te quiero a ti.

El amor, el amor va más allá. Mucho más cuando es de verdad. El amor no es capricho de tener, el amor es querer.

Quiero enviarte cartas, pero no sé cómo hacerlos ahora, las cenizas no llegarán a ti mientras quemo el papel.

Abrazo mis piernas con mis brazos mientras me balanceo de atrás hacia delante, quisiera que este aquí, quisiera no estar así. Quisiera creer que esto es solo una mentira, que solo es un pesadilla. Pero es la realidad, la cruda realidad en la que nos tocó vivir. Tal vez Odrwi este equivocada, tal vez ella era mis ganas de vivir. Y que ahora que no está, no las tengo. Se han acabado.

Escucho dos toques en la puerta, no digo nada, no quiero a nadie. Me lanzó la sábana encima y sigo diciéndome que esto es la realidad. Porque por más que me diga, siempre creeré que es una mentira.

Escucho la puerta abrirse, no digo nada incluso cuando siento como se hunde el colchón.

—¿Quieres hablar?— esa voz, solo me bastó de escucharla cuando me lance sobre el. Lo escuché reír por mi acción y yo me lance a llorar —. Tranquila, estoy aquí. Ya volví.

Ben había vuelto a Francia, eso había comentado el día que había cenado con mi madre y conmigo. Tenerlo de vuelta se siente cálido. Ben quitó las sábanas y acunó mi cara con sus manos, limpió mis lágrimas y no dijo nada más. Atrajo su cuerpo al mío y me dió un cálido abrazo, tal vez esto era lo que necesitaba.

Duramos mucho tiempo abrazados, no supe cómo con certeza cuánto tiempo era. Pero sabia que era mucho. Fue cuando deje de llorar que Ben rompió el abrazo. No dijo nada solo recostó su cuerpo en la cabecera de la cama y cerró sus ojos.

Lo detallé mientras, estaba perfectamente peinado hacia atrás, no tenía barba y su rostro permanecía limpio de acné, viendolo de cerca había olvidó lo atractivo que es, pero eso no era lo importante, era que había vuelto y detrás de esa cara casi perfecta se notaba cansado, un poco pálido.

—¿Habías olvidado lo atractivo que soy?— Ben susurró.

—Ahora eres un engreído eh.

—Al parecer te sientes mejor.

Y los recuerdos llegaron de nuevo, todos como un pequeño episodio.

—Lo siento no quise...

—No digas nada, estoy bien.

Sus ojos marrón ahora me miraban con tristeza, odio esa mirada. Esa de lástima.

—No te tengo lástima Alex, si es lo que piensas. Solo que pienso que eso que estás viviendo fue tan parecido a mi— suspiró —. Cuando fui a Francia prometí buscarte, que no sabia que acabaría nuestro amor. Pero la verdad nada era eterno. Incluso nuestro amor se quebró en el camino separandonos, pero lo volviste a encontrar. Y aunque a mí me doliera, tu felicidad era para mí un alivio. Pero ahora tu amor con el de Odrwi no fue eterno y tal vez fue una de las mejores historias de amor que he escuchado. Porque una amó mucho más que la otra y por eso sin importarle su vida, se la regaló a quien si sabía cómo vivirla.

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora