24 de febrero: la plaga es el hombre

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No podía explicar lo que me sucedía esa mañana, yo había despertado con unas inmensas ganas de salir a caminar, la hora recorría las 9 de la mañana y aún sin entender el propósito necesitaba liberar algo en mi interior aún yo estando inconsciente de tenerlo. Todo estaba despejado la ciudad estaba sumisa en una especie de calma, y cuando creí que había acabo de liberar, un relámpago abrió a un mar de lluvia, y en ese momento la nostalgia calló en mi. Cuando decidí irme, unos gritos llamaron mi atención; decidí ver de qué se trataba, y en medio de un callejón mi respiración ceso por unos momentos, el latido de mi corazón lo escuché en mis oídos.

—¡No por favor...!— suplicaba el moreno cuando el hombre oficial levanto el bolillo en dirección a el; el hombre formuló una sonrisa macabra en sus labios y termino escupiendo al chico.

—¡Te dije que no volvieras maldito negro!— el oficial grito y golpeó al chico, el moreno se retorció en dolor, en aquel callejón. Y cuando el oficial volvió a levantar el bolillo con intención de golpearlo.

—¡No!— grité mientras me abalancé hacía aquél chico; lo abrace con todas mis fuerzas, mientras sentía las lágrimas caer—. ¡No por favor! No lo golpeé, señor— suplique en medio de lágrimas, sintiendo el dolor de aquel chico.

Y cuando abrí mis ojos por no sentir el dolor en mi cuerpo que ya esperaba, miré aquel hombre; sus ojos azules me miraron sorprendidos, su boca entre abierta y sin alcanzar a formular una sola palabra. Cuando deje al chico y me enfrente aquél hombre, todo pareció cámara lenta; el bolillo en su mano calló y resonó en la vieja pavimentada.

—¿Usted se hace llamar seguridad?— indague cruzándome de brazos —. Usted que acaba de golpear a un chico, por ser de piel morena. Dígame señor, ¿Qué lleva allí?— señalé su pecho —. Al parecer mierda, porque corazón lo dudo.

El hombre aún perplejo, pestañeo sin terminar de creer que yo había defendido a un moreno. Cuando giré a ver al chico tendido en el suelo con algunos moretones en el rostro, sentí como mi corazón se estrujó y termino en pedacitos.

—Ven— le ofrecí mi mano, con una sonrisa en mi rostro, sus ojos se iluminaron de alegría y en medio de lágrimas tomo mi mano. Lo atraje a mi y le di un abrazo siendo el más alto que yo, sin darnos cuenta el oficial se había marchado.

—Gracias— susurro el, aún con la voz ronca, solo sentí como la humedad en mi hombro y supe que aún después de unos minutos seguía llorando —. Muchas gracias, no entiendo...por que me defendiste...es decir; yo no soy nadie y tú pareces tenerlo todo...

—No— susurré rompiendo el abrazo y deteniendo su balbuceó —. Yo no tengo nada, aparte de mí, no soy nadie para insultarte y maltratarte.

Sus ojos color avellana me miraron con tanta tristeza que no dude en volverlo a abrazar, entendí que el mundo había que cambiarlo, pero también las palabras de Ben cobraron sentido en ese momento, el cambio empezaba por las personas y tenía razón, yo me equivoqué en cambiar al mundo, cuando las personas son quienes lo contaminan, que el mundo nunca fue creado con la intención de dañar, más el hombre lo daño sin darse cuenta que eso también lo afectaba a el.

La peor plaga para el mundo siempre fue y será el hombre.

•••

Me jode saber cómo personas por ser de un color claro se cree la gran cosa, personas ignorantes sin saber que hacer y se dedican a joderle la vida a una persona de un color oscuro.

Vaya mierda, en la parte de la multimedia deje la canción de un gran compositor, si desean pueden escucharla, habla de todo el 2020.

PD: acabo de darme cuenta que entre pasa los capítulos más corto escribo y les daré la explicación que se merecen y es que; el libro es muy largo.

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora