6 de abril: SOS

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Había salido a correr, eran alrededor de las 7 de la mañana, mi cuerpo emanaba mucho calor y ya había empezado a sudar. Las calles estaban algo solitarias hasta que llegue hasta otro barrio.

—¡Muévete!— un policía, empuja a una chica y está parece quejarse —. ¡Muévete! ¡No tengo todo el tiempo!

Cruzó mirada con la chica, la mujer parece sorprendida y con una seña me hizo entender que necesitaba ayuda, me acerque lo más rápido hasta llegar hasta el hombre policial.

—Buenos días señor— el hombre da la vuelta al escucharme, me mira de arriba a bajo con el ceño muy fruncido.

—¿Necesitas algo?— sus palabras fueron directas y me sorprendí por lo frío que llegó a ser.

—¿Pasa algo con la señorita?— señalé a la chica a su lado, esposada y con una sonrisa triste.

El soltó una risa sarcástica.

—¡Pero si es un hombre disfrazado de mujer!— su palabras me dejaron muda y al ver eso continúo—. El cometió un delito muy grave.

—Ella— le corrigió la chica con voz aguda—. Solo lance una lata a tu carro, no es para tanto.

—¿Qué no es para tanto?— sonaba incrédulo el hombre —. Eso es de propiedad privada, no sea tan idiota.

La chica abrió y cerró la boca, en ese momento tuve que intervenir.

—Ella está en su derecho de expresión— susurré y los dos me miraron—. Puede hacer lo que deseé con su apariencia y eso a ti no te incumbe.

—¿No me incumbe? Me haces el favor y cierras la boca ¿O quieres que te arreste a ti también?

—¿Por qué?— lo rete.

—Por irrespetar a la autoridad.

—Ja— negué con la cabeza—. Ya he pasado por esto, se dicen llamar autoridad y andan maltratando al otro por ejercer su derecho, vaya autoridad.

El oficial parece estar más y más estresado.

—Metete en tus asuntos, niña— daba la vuelta con la chica pero yo lo detuve, puse mi mano en su hombro.

—No le darán años de cárcel por el simple hecho de lanzar una lata a su carro, oficial —el pareció frustrado y me dio la cara —. ¿Cuánto es la fianza por dejarla ir?

El hombre frunció el ceño y soltó una carcajada.

—No tendrías como pagar, así que deja de molestar.

Mi cuerpo, no resistió más y la poca paciencia que tenía se acabo.

—¿De cuanto es la maldita fianza, idiota?.

Veinte minutos después estábamos en la estación de policía, la chica estaba a mi lado con una sonrisa, el oficial me había arrestado por irrespetar a la autoridad. El hombre al frente terminaba de llenar unos papeles y luego de mucho por fin nos miró.

—¿Alexandra Remington? Y ¿Ellie Rivas? — las dos asentimos y el oficio suspiró cansado —. Las dos son menores de edad, no podemos dejarla ir hasta que un adulto venga por ustedes.

El hombre parecía mucho más que cansado, bebía cada segundo su taza de café hasta que por fin habló:

—Estoy cansado, así que se las podré fácil. Necesito que paguen la fianza y luego se irán.

La chica a mi lado se tensó y bajo la cabeza avergonzada.

—¿Cuánto es?— hablé ya estresada.

El hombre me ofreció el papel y la maquinita para pasará la tarjeta por ahí, llene unos papeles y el hombre me miró feliz porque por fin no lo molestaríamos.

—No sé como pagarte— la chica me susurró fuera de la estación.

—El dinero no es la gran cosa.

Ella me miró sorprendida y me sonrió.

—Si lo es, puedes comprar lo que desees.

—En realidad, existen cosas que no tienen precio y por más que tengas todo el dinero del mundo no lo podrás comprar.

—Yo no se qué te ocurrió, pero esa persona está muy mal de la cabeza al dejarte ir— me sorprendió sus palabras —. Eres una de las personas más nobles que he visto, y tienes facha de estar forrada de dinero, créeme que es imposible de creer.

Yo me reí un poco, luego de eso la invité un café, mamá iba a matarme por gastar mucho dinero. Pero valió la pena cuando la chica a mi lado sonriente me contó como descubrió que quería ser mujer.

*****
SOS COLOMBIA.

Colombia está pasando por una situación horrible, los policías están matando jóvenes y los jóvenes entre si se matan, sinceramente es aterrador ver cómo existen personas que hasta en pleno día matan. No justifico que maten de noche, en realidad no justifico que matan. Le pido mucho que Dios que nos ayuden.

Gracias por el apoyo.

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora