1 de marzo: ¿Despedida?

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Me acostumbré a eso que llaman amor, y ahora que no lo siento de nuevo la soledad aparece en mi puerta, está cruzada de brazos y el enojo radia en sus ojos, bajo la mirada con culpa, ¿Quién era yo para dejarla? Tal vez fui una mala creadora, abandone eso que por mucho tiempo me acompaño y tal vez este enojada.

—Las emociones son pasajeras, en cambio el dolor parece perdurar en mi — musite lento, audible para que ella me escuchara.

Ella suspira y se recostó en el umbral de la puerta, sus lindos ojos oscuros me miraban tan inexpresivo.

—¿Te abandonaron?, Porque ahora sientes dolor.

—Yo...— ella levanto su mano para que callara, y eso hice.

—Ve por el, aún no sabes que ha pasado. ¿Eso es amor? Si lo es, búscalo— y con esas palabras desapareció, le sonreí a la nada.

Y si tenía razón, pero había algo en mí que no quería ir. ¿Sería la posibilidad de que el no me amara? Ben había desaparecido y aún después de mi intento de comunicarme con el, no leía mis mensajes. Pero yo lo quería y era la fuerza de mi amor quien me ayudó a levantarme, cuando salí a la calle una oleada de calor azotó mi cuerpo, los autos corrían más rápido de lo normal, mientras las personas se empujaban por quién llegar antes, me sumergí en la cantidad de masa de personas, con el propósito de encontrar al amor. Luego de empujar muchas personas y de casi caer. Llegué hasta el propósito, del otro lado de la calle podía ver aquel lugar, cruce la calle sin importarme ser atropellada, sin importarme nada solo el.

Abrí las puertas con todas mis fuerzas, y deje caer mis manos en mis rodillas cansada, mi corazón estaba muy agitado, y no sabía si era por haber corrido o por mi nuevo encuentro.

—Andrés — solté un suspiro, mientras que dirigía mi cuerpo hacia el moreno.

—Oh, Alex — soltó sorprendido —. Creí que estabas descansando por tu...

—¿Dónde está Ben?— no lo deje terminar.

—¿Ben? Oh, el joven Ben — recordó después —. Si el chico salió con unas maletas.

—¿Maletas?

—Si, escuché como le decía a su tío Diego; que se iría.

Y en ese momento todo pereció  caer sobre mí, el se iría.

—¿Se va?— pregunté, pero sabía que eso me lo preguntaba a mi.

—Si Alex, también escuché que se iría en el aeropuerto del sur — el moreno tocó su cabeza buscando algo más —. Ah sí, el vuelo sale...— miro su reloj en su muñeca —. 32 minutos.

—¿32 minutos?— me indague con la mínima esperanza.

—Si, ¿A dónde vas?

—Debo de hacer algo— solté mientras corría a la salida.

Corrí mucho, y no se por cuánto tiempo, no tenía tiempo de tomar un taxi, las calles se veían llenas y los tacos eran impresionantes. Me atravesé en medio de tantos autos, corrí y de nuevo no me importo ser arrollada por un carro, solo tenía el propósito de llegar, tenía miedo. Después de creer haber vivido el "amor" el se iría y sin decir adiós.
A lo lejos vi aquel lugar, y cuando noté que aún lejos solo me quejaban 2 minutos para llegar, quise rendirme y fue allí que millones de imágenes juntos se programaron en mi cabeza:

El sin conocerme me ayudó a sentirme viva, sin saber quién era yo me dio consejos, me mostró algo tan lindo y en tan poco tiempo. La tarde en la plaza, la vez que cante y la noche en la terraza.

—Pasajeros del vuelo 312, rumbo hacia Francia— la voz en el parlante me atrajo de nuevo a la realidad, cuando pestañe, mis ojos captaron aquel lindo chico, Ben hacía fila viendo su celular. Con todas mis fuerzas corrí hacia el, mientras gritaba su nombre. El no me escuchó, y allí detuve mis pasos, me rendí aún teniéndolo tan cerca.

—¿Alex?— escuché a lo lejos, levanté mi cabeza y ahí estaba el, Ben me miraba sin poder creerlo, sin poder asimilar que ahí estaba yo. Yo le sonreí a lo lejos esperando que se marchara, ya no había tiempo para explicaciones, y yo nunca me merecí una, no era nadie. Espere que se fuera pero en cambio el, solo me sonrió y corrió a mi dirección, pestañe sin poder creer lo que veía. Cuando estuvo tan cerca no asimilaba que era el.

—Alex— Susurro mientras limpiaba las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas —. Te quiero.

Y ahí en medio de todos me besó, tal vez esto no era lo que yo esperaba, pero sin duda le correspondí. Quería una explicación pero también anhelaba sus labios.

—¿Por qué?— indague con dolor, aún lloraba y no me daba pena hacerlo.

—Lo siento — susurró —. Tengo que irme.

—¿Por qué no respondías mis mensajes? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué?— apoye mi cabeza a su pecho.

—Porque así sería más fácil.

—¿Más fácil que?

—Más fácil de irme— respondió —. Creí que si te ignoraba iba a dejar de sentir este mar de emociones, sentía culpa por no decirte, sentía miedo por dejarte, y sobre todo siento amor por ti

Me quedé muda, no tenía repuesta para esto, no tenía respuesta para su confesión.

—Los dos nunca fuimos sinceros— hablé luego de mi silencio, el abrió sus ojos sorprendido, y confundido —. Estoy enferma, y muy pronto moriré, tal vez tú te vayas por unos nueve meses, y cuando vuelvas ya yo no existiré.

—¿De que hablas?

—Necesito un donante, Ben— solté sin verlo —. Y tú no eres mi salvación.

—¡¿Un donante?! ¡¿Un donante de que?! — exclamó.

—¡¡De corazón!!— solté llorando —. Un donante de corazón, y solo tengo algunos meses.

—¿Por qué no me dijiste?— reclamó —. ¿Por qué Alex?

—Porque no quería que estuvieras conmigo por lastima.

—¿Lástima?— soltó sarcástico, y restregó su cabello —. Pero si yo te quiero, joder.

—Pasajeros del vuelo 312 — repiten los parlantes.

—Es hora de que te vayas— solté su agarré.

—¡¡No!!

—Adiós, Ben.

—Volveré— soltó mientras el guardia lo empujaba hacia la fila —. Volveré por ti Alex.

¿Este sería el adiós?.








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Holisss, como están? Espero que les haya gustado.
Me dolió escribirlo.

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora