2 de mayo: segunda parte

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Mi mirada seguía puesta en sus ojos, aquellos que me volvieron loca por un tiempo, y aquellos que anhelé verlos. Ben me miraba de una manera tan... difícil de explicar eran demasiados sentimientos en una sola mirada.

—Ben, Dios mío no puedo creerlo— mi voz radiaba sorpresa.

—Yo tampoco, pasó mucho tiempo— el me sonríe y me atrae a el.

El abrazo dura algunos segundos siento como viejos sentimientos se apoderan de mi. Cierro mis ojos y aspiro su olor, su cabello acarició mis mejillas gracias a la fría brisa de la noche.

—Te extrañé— lo escuché murmurar contra mi sin soltarme.

—Yo...— no me dejó terminar cuando unió sus labios con los míos.

Ben intensificó el beso yo seguía perpleja, sin saber que hacer como actuar. Sin darme cuenta le seguí el beso, estaba besando a Ben. Dios no podía creerlo. Sus labios seguían siendo los mismos, suaves, intensos.

—Ahora si te extrañé— soltó con el poco aliento que le quedaba después del beso.

—Ben— baje la mirada sin saber cómo decirle.

—¡Dios! Es que te extrañe tanto— de nuevo me abrazo—. Te iba a buscar, lo siento por no responder, todo paso muy rápido, había perdido el teléfono en el vuelo, entonces te había perdido en el momento, pero ya volví Alex te lo prometí.

Sentí una patada en el estómago con lo último que dijo.

—Pensé que ya me habías olvidado— expliqué pero más para mí que para el.

—Nunca te olvidé, ¡Dios, Alex!. Rogué todas las noches por volverte a tener, Alex— el acunó mis mejillas en sus manos, cerré los ojos por instinto y una lágrima se deslizó —. No llores, Alex. Estoy aquí, mira prometo que no volveré a irme. Hablaré con mi tío Diego a ver si puedo quedarme...

—No— lo detuve.

—¿Qué pasa?, ¿Podemos ir a algún lugar más privado?

—Yo no se cómo decirte esto— susurré —. Ben yo estoy...

Su teléfono suena insistente, dejando la conversación a un lado.

—Alex, debo irme, pero déjame y te acompaño a tu casa.

Yo asentí, mientras caminábamos estaba algo inquieta, ansiosa. Cuando llegamos, el se  despidió con un beso y nuevamente me sentí mal por corresponderle.

—Te veo mañana, Alex.

—Adiós, Ben






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Perdón pero debía hacerlo, BENJAMÍN ¿QUE CARAJOS HACES? O MAS BIEN ALEXANDRA ¿QUE MIERDAS HACES?

NO VEZ QUE LE RONPERAS EL CORAZÓN A MI BEBE BENJAMÍN.

No pudo vivir sin tanto drama en mi vida

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora