3| Caminando por ti

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—No sabes cuándo quise morir — solté viéndola.

—¿Morirte?

—Sí, desde que Ben se fue dejó un vacío que tú llegaste a llenarlo— respondí.

—¿Soy tu cura?— indagó.

—Sí lo eres. Me caí y no quería levantarme pero cuando tú llegaste me ayudaste hacerlo, y gracias a ti, mi historia se llama caminando por ti.

Odrwi me miraba con una sonrisa, sus ojos mieles se iluminaron y con una sonrisa en sus labios me besó.
Correspondí el beso con una sonrisa.

Sus labios eran suaves, cálidos y seguros.

Cuando nos separamos ella apoyó su cabeza en la mía y susurró:

—Te amaba sin saber si existías, tenía claro que te conocía.

Yo asentí a gusto pero con millones de sentimientos encontrados.
¿Yo también la amaba? Todo había sucedido tan rápido, había encontrado seguridad en unos delgados y frágiles brazos.  Unos hermosos ojos, me habían inspirado. Y unos lindos labios me habían pedido quedarme. ¿Será que en verdad esto es amor? Me siento algo culpable al comparar lo que viví con Ben y lo que ahora vivo con ella. Me basto de uno días para sentirme querida, Ben era precioso el sabía lo que sentía y lo decía, en cambio Odrwi, muchas noches me tocó tratar de adivinar lo que quiera decirme y si basto de días para saber que me gustaba, pero ahora me siento mal.

No sé que somos, pero tampoco se si la amo.

Y ahora debo pensar en cómo decirles a los demás.

—¿Alex?— Odrwi susurra mi nombre, en un tono suave —. ¿Estás bien?

—¿Yo? Si, estoy perfecta.

Odrwi se levantó de la banca y me tendió la mano para que la siguiera eso hice, caminamos por todo el parte con nuestras manos entrelazadas.

Así pasamos toda la tarde caminando y sin decir nada, como dije antes. No necesitábamos palabras, bastaba del silencio para sentimos bien.

21 de abril: Alguien lo supo.

—¿Alex, estás enferma?— el señor Diego fue directo apenas había entrado a su oficina.

Yo seguía trabajando en Laguna Azul, y esa mañana el me había solicitado hablarme.

—¿Quién le dijo eso?— indague sorprendida.

—Su madre llamó y dijo que no se te olvidará lo del ir al médico en la tarde— contestó, sus ojos negros buscaban una respuesta.

—Necesito un donante y solo me quedan ocho meses de vida— solté en un solo segundo, baje mi cabeza y mire mis manos inquieta. No podía creer lo que había dicho.

—Dios mío, Alex. No tenía idea.

—Nadie lo sabe, solo mi familia y mi doctor.

El tomo mis manos y las abrazó con las suyas, sus ojos me miraron con compasión y me odie por decirle.

—Te prometo que haré lo que esté en mi alcance— susurro y yo a sentí.

Luego de unos segundos me levanté, pero cuando estaba apunto de pasar el umbral de la puerta le solté:

—Le agradezco, pero le agradecería más que no le contará a nadie.

Y con eso salí, con el miedo de que se lo contará a alguien.

*****

Está vez si actualice lo que queda del libro en estos dos días que tengo, gustaría contarles pero ya saben y bueno dejaré una nota al final de cada  actualización.

Besos.

Ig: yessss2_

Mi vida entre tu pecho ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora