Marzo, 19
—Debemos seguir manteniendo lo que declaramos— repite Hansel sentado del otro lado del escritorio.
—Estoy hastiada de esta mierda— digo enojada.— Ya habíamos pasado por estó, todo se había calmado ¿Quien carajos es el hijo de puta que está revolviendo todo de nuevo?
Suelta un suspiro y estira las solapas de su traje azul oscuro, se reacomoda en su lugar y sube una pierna sobre la otra antes de fijar la vista en el ventanal detrás de mí.
—Los malditos reporteros— responde y vuelve a poner sus ojos en mí— Saben que es noticia; nunca se aclaró lo sucedido y ese fué un error nuestro, no sólo debimos pagar para detener las averiguaciones sino también asegurarnos de qué declararan la inocencia de Damián ante todos los medios.
Tiene razón, si volvemos a estar en esta situación es por lo descuidados que hemos sido. Pagamos una buena cantidad de dinero a los policías corruptos que Hansel ya conocía muy bien, para que no indagaran más en el tema, para que Damián fuera recordado ante el mundo sólo como un empresario y nada más.
Pero estábamos tan distraídos sobrellevando nuestro dolor que nos olvidamos de lo periodista, de que ellos también estaban allí, qué los hijos de putas también tenían contactos y que podían sacar el tema en cualquier momento.
¡Maldición!
Sentía que la cabeza me iba a explotar, la maldita semana había sido más estresante de lo que esperaba y sería así hasta que todo volviera a calmarse, justo ahora estaba nadando en agua revuelta y hasta que no volviera a aclararse estaría al borde del colapso.
—Volveré a tener problemas con la empresa— le digo a Hansel en un tono frustrado recordando lo jodidamente difícil que se me hizo levantar la empresa durante las primeras semanas de la muerte de Damián.
Estos comentarios también habían salido a relucir hace cuatro años; periódicos, noticieros, revistas rosa y amarillistas, todos, absolutamente todos los medios mantuvieron la imagen de Damián por semanas junto al titular “¿Magnate o narco?” todos aseguraban su complicidad con el narco, su muerte había destapado muchas cosas y el hecho de que su cuerpo se encontrara en el mismo lugar que el de Jack Ross quién a diferencia de él, no estaba del todo impecable ante la sociedad, causó mucho más revuelo.
Las especulaciones, los chismes que aunque no tenían fundamento lograron aplastarnos a tal punto que creí desfallecer, a raíz de eso muchos socios, inversionistas y demás, rompieron contrato con la empresa. Los hijos de putas prefirieron pagar unas malditas y ridículas cantidades enormes de dinero con tal de no seguir vinculados con la empresa que para entonces estaba en el ojo público como una fachada para ocultar los negocios ilegales que según los medios había trás la transnacional.
Fué duro, difícil, muy difícil pero con el pasar del tiempo, las especulaciones cesaron, los policías no indagaron más en el tema y cerraron el caso como un secuestro más de los miles que suceden cada año en el país, y gracias a todo eso, dos meses y medios después de lo sucedido, la empresa volvió a ser la misma, me costó trabajo, noches en vela, viajes y un millón de sonrisas sumisas para los malditos extranjeros que se negaban a hacer negocios con una mujer, y aún más cuando la empresa que esta representaba estaba recién acusada de ser una fachada para el narcotráfico.
Pero hoy en día con todo la intención de alardear, con toda la altanería, soberbia y prepotencia capaz de entrar en mí, puedo afirmar que los malditos besan el piso por dónde paso, les enseñé que puedo ser muchísimo más capaz que todos ellos juntos y ahora soy yo quien decido si trabajar con ellos o darle una patada en las pelotas para luego enviarlos a la mismísima mierda si me da la gana.

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Mil pedazos.
RandomPromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...