10

11.7K 839 247
                                    

Abril, 05

—No entiendo cuál es la prisa, de verdad...

—¿Prisa?— pregunta interrumpiendome.— Nos conocemos desde hace tres años, Ámbar— recalca cada palabra— tres malditos años— está enojado, pero no grita ni se muestra agresivo— y salimos desde hace uno— suelto un suspiro y juego con las tiras de mi albornoz mientras él termina de abotonar su camisa.— creo de verdad, que debes ir con un psicólogo— levanto la vista y la pongo en sus ojos.

No lo dice de una mala forma, tampoco hay burla en su tono, está diciendo esto con preocupación, porqué de verdad cree que debo ir con un doctor.

Aún así me río amargamente mientras rasco con un dedo la punta de mi nariz.

—Te acabas de acostar conmigo— digo levantando una ceja, no me ha gustado para nada su sugerencia.— hace tan solo— finjo pensar unos segundos— ¿Menos de diez minutos?— me mira con calma desde su altura— ¿Y ahora quieres que vaya a un psicólogo sólo porqué veo demasiado apresurada la idea de vivir juntos? ¿Es en serio, Tristán?

Todo estaba bien, perfecto, hasta que terminamos de tener sexo y nos quedamos acostados unos minutos en la cama, hablando de nada y todo a la vez y de no ser porqué nuevamente sacó el maldito tema de irnos a vivir juntos seguiríamos bien, en paz y a gusto con nuestro maldito espacio.

—Sabes tanto como yo que lo necesitas— responde el maldito— sabes que no es normal que sigas así— el baja su tono, yo bajo la mirada, porqué sí, sé que tiene razón.— han pasado cuatro años, cuatro años y casi cuatro meses desde que murió— mi vista está fija en sus zapatos— y tú sigues... Sigues amándolo como sí siguiera más vivo que nunca— su voz se vuelve amarga, no le agrada aceptar eso en voz alta.— ¿Entonces dónde quedo yo?— pregunta y con su dedo bajo mi mentón levanta mi cara con delicadeza para que lo miré— ¿Dónde quedo yo, amor? Sabes que te amo, sabes que estoy muriendo de amor por tí— mis ojos se llenan de lágrimas, lágrimas de culpabilidad porqué Tristán no se merece las migajas de amor, de tiempo que le doy— tú sabes perfectamente que lo que te estoy pidiendo no es nada apresurado. Siempre me he ajustado a tus modos para que te sientas cómoda y libre conmigo, para no presionarte, he dejado mis molestias, he desistido muchas veces de hacer lo que quiero sólo y únicamente para que tú y la bebé estén cómodas y a gusto conmigo.— un par de lágrimas se resbalan por mis mejillas y él las limpia enseguida con sus pulgares.

—Lo siento, Tris...— me interrumpe y deja un beso en mi frente.

—Pero estoy cansandome, hermosa— susurro aún con sus labios pegado a mi frente— No me gusta la idea de vivir el resto de mi vida bajo la sombra de un muerto— más lágrimas salen de mis ojos— Ám, quiero ser feliz contigo, quiero mucho, todo contigo, pero...— niega y se separa un poco— sólo contigo, sin fantasmas, sin su recuerdo entre nosotros, ya no más.

—Yo te quiero, Tris— susurro y él asiente con una débil sonrisa.

—Ese es el problema, hermosa;— susurra de vuelta— me quieres, me quieres porqué no puedes amarme, porqué todo tu amor sigue perteneciendole a él.— suelta un suspiro— Tú sólo me quieres, en cambio yo ya no sé qué hacer con todo el amor que siento por tí.


—Tris..


—Nos vemos luego, hermosa.— me interrumpe y besa mi frente una última vez antes de girar sobre sus talones y caminar hacia la salida de la habitación.

Mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora