Abril, 07
Me levanto abruptamente provocando que manchas negras y un fuerte mareo invadan mi vista, cierro los ojos con fuerza obligándome a recomponerme, me dejo caer nuevamente hasta que mi espalda choca con el colchón debajo de mí. Mí corazón late apresurado mientras los recuerdos de lo que sucedió empiezan a aparecer ante mis ojos.
Mi hija.
Abro los ojos abruptamente y enseguida lo primero que veo es un techo blanco, estoy en una habitación, delante de la cama dónde estoy acostada hay dos puertas blancas igual que el techo, igual que las paredes. Una puerta más se vislumbra cuando giro la cabeza a la derecha.
¿Dónde carajos estoy?
Planeando en mi cabeza mil formas posibles de salir de aquí y buscar a mi bebé giro la cabeza hacia el otro lado. En seguida mis ojos chocan con los suyos y me incorporo rápidamente, me siento a salvo ahora, él me ayudará a encontrarla.
—Hansel— susurro, mi voz se corta, mi garganta arde. Hansel está sentado en un sillón a mi izquierda, su postura es relajada, sus piernas están cruzadas y un libro de Edgar Allan Poe yace sobre sus manos.—Hansel, se la llevaron— mis ojos se humedecen y intento levantarme de la cama al tiempo que él se levanta del sillón y deja el libro a un lado.— Se llevaron a mi hija, son... Son asiáticos, iban en dos camionetas— me paro sobre mis pies y él se acerca— una azúl y otra blanca, se la llevaron en la blanca y memorice las placas— sigue acercándose mientras yo hablo lo más rápido que puedo—Eran...
La palma de su mano en mi pecho me hizo fruncir el ceño y mirarlo con confusión pero cuando estuve a punto de preguntarle que qué le pasaba me empujó con agresividad y nuevamente caí a la cama.
—¿Que te sucede, idiota?— inquirí.— ¡Te estoy diciendo que se llevaron a mi hija!
Hace una mueca por mi grito y luego sonríe.
—Hasta que por fin despiertas— es lo que dice con una sonrisa extraña en el rostro.
—Hansel— vuelvo a intentar levantarme pero de nuevo y con la misma agresividad me vuelve a empujar hacia el colchón— ¡Deja de hacer eso! ¡Maldita sea! ¡Se llevaron a mi hija! ¡Debemos buscarla...!
—¡Cállate!— me grita de vuelta, de la sorpresa mi voz se silencia de inmediato— ¡A tu hija la tengo yo!— niego, por supuesto que no. Hansel no nos haría daño jamás— igual que te tengo a tí— sonríe.
—Deja de jugar, maldito idiota.— le digo desde mi lugar, levantándome levemente con los brazos— Se llevaron a mi hija— un sollozo involuntario sale de mis labios— van a hacerle daño, Hansel debemos...
—La tengo yo, Ámbar— asegura con convicción.— yo envié a esos chinos a secuestrarlas, yo...
—¡Que no!— grito con las lágrimas cayendo de mis ojos— ¡Tú no eres capaz de hacernos daño!— se ríe.— ¡La quieres! ¡No vas a hacernos daño! ¡Dime dónde estamos, y deja de jugar por una maldita vez!
—Si— asiente.— Tenía pensado enviarla al cielo junto a su papi— se ríe y mi corazón se acelera aún más— pero ha sido inevitable no tomarle cariño a esa niña.— me mira desde su altura y sonríe— Además que prometí a Damián cuidarla si algún día él ya no estaba.

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Mil pedazos.
SonstigesPromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...