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Damián Webster.

Finalmente. Finalmente y de una puta vez me liberé de todas las trabas legales. Richards de una vez por todas se dió cuenta que alargar el maldito juicio me estaba haciendo perder la paciencia.

No podía evitar sentirme aliviado, este era un inconveniente menos y ahora podía enfocarme únicamente en todos los problemas que tenía con mi familia... Con mi maldita esposa.

He desistido, lo he hecho porque simplemente no quiero empeorar las cosas. No quiero tener que arrepentirme un día por lo que con mis manos pueda hacerle. Nunca había querido pegarle, nunca jamás en la vida ese pensamiento surco mi mente y el hecho de que hace unos días casi lo hago, me descolocó.

Entendí entonces que realmente estaba mal, que ya no podía ni siquiera lidiar conmigo mismo. Las pastillas que a diario tomo, en estos días parecen no tener ningún efecto, y con el pasar de las horas, creo empeorar. Ya ni siquiera sé estar tranquilo, volví a la época en la que cualquier ruido me hacía estallar, en la que las personas, las palabras, el aire, todo, todo me hacía perder la cabeza de pura ira.

Y no quiero eso, no quiero estar mal como antes porque no quiero perder a mi hija. No quiero lastimar a Ámbar, no quiero ningún tipo de mal para ninguna, tan sólo quiero que estén bien y a salvo.

Es por ello que quiero tratar de hacer las cosas bien de ahora en adelante; empezando por Ámbar, que como ya he dicho antes: desistiré. Ya no me interpondré en su camino y en lo que quiera hacer, sí ya no desea ni siquiera verme, lo aceptaré aunque al hacerlo me dañe a mí mismo. Si se quiere divorciar... Firmaré todo lo que me pida.

Ya basta. Ya no más.

Lo único que quiero, es a mi hija, lo único que no puede quitarme es a ella. Mi bebé, es lo único a lo que no pienso renunciar.

La perderé a ella, a mi muñeca, a la mujer que amo, y trataré de vivir con eso. Pero no voy a perder a mi hija, es lo único que me quedará, lo único que me unirá a la mujer que amo eternamente, y la única persona a la que amo y de la que dependo totalmente.

Accederé a todo lo que Ámbar me pida, lo haré para redimirme aunque sea un poco de todo el mal que le hecho, cada cosa que exija durante y después del divorcio la obtendrá, excepto separarme de lo que también es mío... Más mío que de ella.

Me enfocaré únicamente en ser el mejor padre para mi niña, en tratar con el mayor cuidado de no dañarla también a ella. Es por ello, que he accedido a lo que hace un par de noches Hansel me propuso.

Aún no estaba totalmente seguro de ello, pero mi amigo aseguraba que sería de gran ayuda, ya que las medicinas no estaban teniendo el resultado de siempre, además que desde hacía años hacerlo también era una recomendación del doctor que detectó mis enfermedades.

Trataría de hacerlo, visitaría un psicólogo... Por mi hija. Lo haré por ella. Le demostraré a Ámbar, a mí mismo que merezco y puedo estar con mi bebé sin hacerle daño, que independientemente de todo lo que soy puedo cuidarla.

El timbre de mi celular me saca de mis pensamientos, pero decido poner toda mi atención en estacionar el auto perfectamente antes de tomar la llamada. Una vez que que me detengo, apago el motor del auto y retiro las llaves.

Sin molestarme en abrir la puerta aún, tomo el teléfono puesto sobre el sillón del copiloto y descuelgo la llamada mientras atraigo el celular a mi oreja. Desde atrás las luces de un auto entrando al estacionamiento llaman mi atención y por inercia me estiro sobre mí lugar para mirar por el parabrisas trasero en Mustang blanco.

—Habla.— dicto tejante a quien sea la otra persona del otro lado de la línea.

Y es que mi atención se encuentra en el vehículo, pues es muy parecido a uno de los autos de Ámbar, por lo que atentamente lo detallo, y no es hasta que el auto empieza a alejarse hacía el final del parqueadero que logro visualizar las placas.

Mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora