—Ya les dije que sólo quería estar sola- repito por quinta vez en los diez minutos que llevó sentada en la sala de estar del apartamento de Lie.—me sentí un tanto sofocada y quería respirar en soledad— reí mientras recogía mi cabello en una coleta alta.
—Pudiste habernos avisado— reprocha con los ojos azules en mí.— estuvimos más de dos horas preocupados.
—Mi teléfono se quedó sin baterías— repito y Hansel sale de la cocina con una bandeja dónde trae tres tazas de lo que supongo es café.
El apartamento de Lie es muy parecido al mío, lo único que los diferencias son el color de las paredes y la decoración.
—En fin, ya basta de regaños— dice el pelinegro y le sonrío, él deja la bandeja en la mesita de centro y con muecas graciosas nos da una taza a Lie, luego a mí y toma la última antes de sentarse en otro sofá.— sólo queda de decir que lo hiciste estupendo— sonreí sabiendo que se refería a lo que le había dicho a los reporteros— los dejaste sin habla, han de sentirse como la mierda.
—En base a mentiras, pero en fin— me encogí de hombros y ellos ríen.— me parece una verdadera estupidez que sigan con todo esto, es decir; ¿Que ganan? Ya Damián está muerto.
—Yo pensé lo mismo— concuerda Amelie.— no tiene sentido.
—Quizas buscan perjudicarte a tí— dice Hansel para después dar un sorbo a su café— creen qué de algún modo, con todo esto van a descolocar la situación de la empresa.
Tiene razón...
—¡Mamá!—dejo de mirar a Hansel para poner los ojos en ella— así no se sostiene un bebé— reprocha y mirada recae en la muñeca con chupete en mi regazo y rodeada desinteresadamente con uno de mis brazos—es así— quita a el bebé de plástico de mis brazos y lo acuna en los de ella.— ¿Ves?
Asiento.
—Si, lo siento—vuelve a darme el bebé y yo lo acuno como si fuera uno real, ella ríe y luego Noah grita su nombre y sale corriendo hacia la pista de autitos del otro lado de la sala de estar. Cuando desaparece vuelvo a colocar la muñeca en mi regazo, Amelie y Hansel ríen.
—Vamos a al cine y luego a cenar—propone Lie.
—Vayan ustedes— sonrío.— Hansel se va el domingo en la tarde, merecen una salida solos en familia...
—Tú eres nuestra familia— dice y se encoge de hombros.
—Si, lo sé— río—pero le prometí a Tristán cenar con él y sus hijos hoy.
—¿Me vas a dejar a mí que me iré pronto por ir a cenar con ese idiota?— pregunta con dramatismo el pelinegro y yo río.
—No seas dramático— digo riendo— mañana podemos cenar juntos.— voltea los ojos en mi dirección con dramatismo, Lie y yo reímos.
Después de terminar el café me despedí de ellos y junto a Mía caminé hasta nuestro edificio. Tristán me había marcado hace una hora para decirme que ya habían aterrizado en Seattle y que nos esperaban en su casa a las siete y treinta de la noche.
Después que conecté el cargador a mi teléfono y encenderlo, el aparato no había dejado de sonar, deduje que de seguro ya habían lanzado mis palabras en todas las plataformas de comunicación. En fin, las únicas llamadas que respondí fueron las de Carmen y Camerón, quienes sólo querían saber si después de eso me encontraba bien.
—¿Regresaremos pronto?— pregunta Mía detrás de mí. Termino de pintar mis labios con un tono suave y listo.
—Si, bebé— afirmo y le sonrío. Desconecto el celular ya cargado y lo meto al interior del bolso.—solo será un par de horas.

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Mil pedazos.
CasualePromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...