Mayo, 04
En poco comenzaría el primer juicio de Damián, desde ayer los nervios habían estado amenazando con hacerme perder la cordura y justo hoy se habían intensificado tanto que me provocaban ansiedad.
Trago saliva y apresuro el paso por el pasillo.
He intentado calmarme, he intentado hacerlo para evitar poner a Damián más nervioso de lo que de por sí ya se encuentra, pero a pesar de que Parker nos ha aclarado que todo es está bien, y que sea quien se el maldito testigo que se presentará en la corte hoy, él tiene todo bajo control.
De hecho, ha corregido algunas partes de la historia que debíamos decir. Tanto él como Damián están convencidos de qué el testigo secreto del fiscal Tomsopns es la señora Ross, es por ello que está nueva versión de la historia original se basa en lo que probablemente declaré esta mujer en el estrado.
Mi celular suena en mi mano y sabiendo de antemano que es Tristán, apago el teléfono sin miramientos. En estos últimos dos días su insistencia por tratar de hablar una vez más conmigo ha sido bastante molesta. Intenté hablar con él en la primera llamada, pero lo único que pedía era que por favor no acabara con lo que teníamos, luego de eso y una negativa de mi parte su insistencia se hizo más fuerte.
Quería mantenerlo a salvo de lo que pudiera hacerle Damián, no sólo por lo que hizo para que el rubio y yo estemos aquí en este momento, sino también por el moretón que sin querer dejó en mi brazo. Pero con su insistencia me estaba complicando la tarea, y sí Damián no había hecho nada en su contra aún, era porqué con esto del caso, andaba en otro mundo, uno en dónde no cabía Tristán Reeves.
Agradecía una enormidad su preocupación por el caso, porqué pese a que sé que no ha de estar pasándola bien, se había olvidado por completo de lo que fuera de casa y del caso, estuviera pasando.
En cierto momento de una de las pasadas noches, estuvo a nada de darse cuenta que Tris se negaba a aceptar con resignación el fin de nuestra relación, debido a eso opte por bloquear el número telefónico del castaño, pero no pasó más de diez minutos cuando de nuevo las llamadas y mensajes provenientes de otro teléfono empezaron a llenar mi celular.
Todo esto me tenía realmente estresada.
Y sumándole a eso también la insistencia de Damián por irnos a la mansión, sentía que el estrés y presión me iban a dejar perdida en el limbo de la locura y el cansancio mental.
—Hola Ámbar.— ante la mención de mi nombre alzo la cabeza de inmediato para encontrarme con los ojos claros del fiscal Tomsopns, quién me sonríe.
A medida que me acerco me veo en la obligación de detener mi andar y sonreír forzadamente.
—Hola.— saludo cordial. Y no es que le tenga algún tipo de resentimiento a este hombre, al fin y al cabo sólo está haciendo su trabajo. Lo que realmente sucede con él es que no me inspira confianza, la forma en la que se dirige a mí, como sí fuéramos amigos de toda la vida, no me agrada ni un poco.
—Veo que no te perderás el juicio.— comenta burlón sin perder la sonrisa socarrona en sus labios.
Miro el pasillo detrás de él por encima de su hombro y hago un vago intento de sonrisa que sale más parecido a una rara mueca.
—Si, vine con ellos.— digo refiriéndome a Damián, Hansel y Parker.
—Lo supuse.— alardea y empieza a cortar la distancia que nos separa. Su actitud me desconcierta, me pone aún más nerviosa la frivolidad con la que actúa.— ¿Te he dicho ya lo hermosa que eres?— pregunta deteniéndose a menos de dos pasos delante de mí. Ante su pregunta desvío la mirada e intento alejarme, pero en el momento en que su mano grande y fría se posa sobre una de mis mejillas mi cuerpo se niega a reaccionar por el aturdimiento que me causa su acción.— No queda dudas del porqué eres una de las debilidades más grande de Webster.— se ríe y carraspeo dando un paso hacia atrás, alejándome así de su tacto.

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Mil pedazos.
RandomPromesas sin cumplir. Un profundo vacío. Un amor obligado a terminar. Lágrimas de dolor. Una hija por quién seguir. Y el alma en mil pedazos. Eso fué lo qué Damián dejó a Ámbar en el momento exacto en que su corazón dejó de latir. Él llegó a ella pa...