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Junio 31




Mía.


Abro la libreta y sin mucho cuidado paso las páginas hasta llegar a la última dónde hay un montón de números desde el diez hasta el treinta y uno. Es un calendario de los días que mami ha estado fuera de casa, la tutora me ayudó a hacerlo después de decirle que mi abuelita y mamá se habían ido a Los Ángeles sin despedirse.

Mami siempre va, allá trabaja con la señora Lucía y es la modelo más linda de todas, pero nunca se ha tardado tanto en regresar y la extraño mucho porqué desde que se fué ni siquiera responde su celular cuando trato de llamarle. La abuelita Carmen tampoco me llama y es un poco extraño que se haya ido con mamá, pues siempre que mami se marchaba ella se quedaba para cuidarnos a Noah y a mí hasta que la tía Lie regresaba e iba por Noah a casa.

Pero ahora ni si quiera Noah va a casa.

Papá dice que la abuelita quiso acompañar a mamá para que no se sintiera sola ya que este posiblemente sería el viaje más largo de todos, y como él estaba conmigo yo no la necesitaría. Pero sí lo hago, papi no sabe cocinar y la nueva niñera no cocina igual que la abuelita.

Abro el estuche de los crayones y saco dos; el rosa y el verde, acerco el rosa al número treinta y uno escrito en mi libreta y trazó una línea diagonal  sobre el número, dejo de lado el crayón rosa y tomo el verde, haciendo lo mismo que con el color rosa, formando así una equis con los dos colores sobre el número treinta y uno.

La maestra dijo que esto sería divertido, que podía ver cuántos días tardó mamá y la abuelita en regresar y que sería entretenido hacer las equis sobre los números, pero no es cierto, hay muchos números y muchas equis sobre ellos y ya no se me hace divertido como al principio, ahora... Ahora no me gusta, mami se ha tardado mucho.

El timbre que indica la hora de salir al patio suena por todo el salón de clases y me hace dar un pequeño saltito en mi lugar, Vanessa en el puesto de al lado se ríe divertida por mi reacción y la miro mal mientras ella guarda sus cosas en el pequeño cajón bajo su mesa.

—Ven, vamos a jugar,— me dice tomando su lunch.— he traído tizas de colores para dibujar flores enormes en el piso del patio.

No respondo y hago como que no habla conmigo pero no se enoja, sólo se ríe como siempre que hago lo mismo y empieza a caminar cuando el resto de nuestras amigas nos llaman en la puerta.

—Bien,— susurra pasando su mano por mi cabello suelto.— Te guardaré un lugar a mi lado en la mesa.

Avisa antes de correr hacia las demás, haciendo que las dos colestas que sujetan su cabello color chocolate se aflojen con el trote. Cuando llega con las demás niñas toda giran a mirarme y hacen señas para que las alcance, pero nuevamente no les hago caso y bajo la mirada a mi libreta cuando dos de las tres tutoras les piden que avancen en fila.

Paseo la vista por el aula dónde sólo hemos quedado dos niñas, tres niños y la tutora número tres. El resto de los chicos tratan de terminar su tarea rápido para poder salir al patio antes de que el tiempo se acabe, por mi parte yo ya acabé mis deberes, y tan solo me quedé para añadir los últimos retoques a las cartas antes de marcharme.

Siempre que le pregunto a papá por mamá y la abuela, él dice que ha hablado con ellas pero que no ha podido pasarmelas porque cada que lo llaman yo estoy aquí o en la academia de ballet, y que están muy ocupadas para hacer otra llamada. Siempre dice que ambas me aman mucho y que mamá espera volver pronto porqué me hecha de menos.

Mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora