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Marzo, 25

Estaciono el auto frente al edificio y miro la hora en mi reloj: cinco en punto de la tarde. Suelto un suspiro y salgo para sacar a Mía del auto, una vez afuera y tomadas de la mano empezamos a andar hacia el interior del edificio. Cristián abre la puerta y lo saludamos, también a Kenny y finalmente entramos al ascensor.


El fin de semana fué algo ajetreado, después de la cena con lo Reeves, los volví a ver solo cuando Tristán los trajo el domingo en la tarde a despedirse porque de nuevo regresarían a Los Ángeles hasta el próximo fin de semana, desde entonces he estado tan ocupada y ajetreada que no volví a ver a Tristán, y casi no me ha dado tiempo de responder sus mensajes o mantener por el celular una conversación más larga de un minuto y medio.

Él entiende la situación, no se molesta por mi nula atención.

Hansel se regreso a España el domingo en la mañana, el sábado por la tarde le hicimos una pequeña fiesta de despedida en casa de Amy y con eso se despidió de Seattle por milésima vez con una sonrisa en los labios. El maldito lunes empezó y con el los problemas que se habían pausado el viernes por la tarde. Sí bien, con mis palabras había conseguido que los periodistas dejarán de asfixiarme, los medios seguían hablando de Damián cada vez que tenían oportunidad.


Unos lo defendían, diciendo que no entendían el motivo de estas acusaciones años después de su fallecimiento, que sí era verdad todo esto igual no iban a lograr nada porqué sencillamente estaba muerto. Otros seguían acusándolo fervientemente, como sí en lugar de un muerto, fuera el peor de los delincuentes y asesinos, como sí pudieran condenarlo, como si él pudiese defenderse.


En ocasiones la situación me sobrepasaba y explotaba en ataques de ira. ¡Maldita sea! ¡Si, era eso y mucho más! ¡Pero quería que pararan de hablar de él!


—¿Tristán?— pregunté confundida cuando al entrar a mi casa la imagen de un hombre escondiendo su rostro detrás de un gran ramos de rosas fué lo primero que llego a mi vista.

Él ramo bajó y la sonrisa enorme me recibió, lo miro con el ceño fruncido unos segundos incapaz de comprender lo que está sucediendo. ¿Que hace aquí? ¿Kenny lo dejo entrar? Le había dejado el apartamento abierto para que enviara a las chicas de servicios a limpiarlo.

—Hola, hermosa— saluda y se acerca a mí con el ramo, besa mis labios y me sonríe de oreja a oreja.

Cada vez estoy más confundida ¿Por qué está tan sonriente? ¿Por qué el ramo? ¿Por qué está adentro?

—¿Como entraste?— pregunto y él me mira con el ceño fruncido unos segundos.

—Le dije a Kenny que quería darte la sorpresa— alza levemente el ramo.

—Mamá— pide que la cargue, ha estado jugando todo el día con Noah en casa de Amy hasta que fuí por ellos hace un rato y dejé a Noah con Lie antes venir aquí. La tomo en brazos y ella me rodea con las piernas y los brazos.

—¿Te gusta?— pregunta refiriéndose a las flores.

—Están muy lindas, pero ¿Por qué me traes flores?— su sonrisa se borra de inmediato y yo me confundo más.

Mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora