CAPITULO LXXV

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Sí que era afortunada, su marido era tan cariñoso, amoroso, tan...perfecto, no podía pedir más. Este era su mejor momento en la vida definitivamente. Se quitó el vestido, lo coloco en el gancho donde estaba el otro, se vistió nuevamente se sentía más cómoda, saco su otra maleta donde traía todo lo de higiene personal, tomo su cepillo para lavarse los dientes; A fuera David estaba en su asiento, se había quitado el moño y tenía los dos primeros botones desabrochados, estaba mirando el amanecer por la ventanilla del avión, los colores se difuminaban tan bien. Lissa salió del baño y se acercó a David.

-Lo interrumpo Señor Hoffman  –se sentó dejando su bolsa aun lado.

-No Señora Hoffman  –le sonrió  –Solo miraba el amanecer  –señalo la ventanilla.

-Es muy lindo  –miro.

-No tanto como usted  –tomo su mano.

Las 12 horas del largo viaje finalizaron al fin, el avión descendió, una vez detenido por completo, David se quitó su cinturón de seguridad y miro a su bella mujer que se había quedado dormida hace unas horas atrás; el piloto salió de la cabina, miro a la esposa de David y se acercó a el sigilosamente.

-Señor ya estamos en Roma; Italia. Su equipaje lo llevaran al Hotel Palazzo Naiadi, The Dedica Anthology es donde tiene su reservación.

-Muy bien, le agradezco el viaje hasta acá  –le dio la mano y la estrecharon, David se puso de pie, le quito el cinturón a Lissa y la tomo entre sus brazos para bajar del avión.

Bajo las escaleras con sumo cuidado y se acercó hasta el auto que los esperaba. Saludo al chofer que inmediatamente abrió la puerta; David puso a Lissa en el asiento trasero y pasó del otro lado para subir, el chofer subió y arranco el auto llevándolos al Hotel donde se hospedarían. Lissa abrió los ojos y se encontró siendo abrazada por su marido, mientras iban en lo que en ella parecía apreciar un auto.

-Descansa, estas muy cansada  –la acurruco más hacia él.

-¿A dónde vamos?  –dijo adormitada.

-Al Hotel, ya estamos en Roma  –susurro. Lissa se incorporó y miro por la ventana del auto, y efectivamente estaban en Roma.

-Esto es precioso...  -miro fascinada la gente y todo.

-Espera a ver el Hotel  –sonrió con complicidad.

-Espero no sea caro, está bien que eres un hombre de negocios, pero no hay que ser extremos.

-Recuerda el viaje y lo que conlleva es un regalo de bodas, yo y mi dinero no tenemos que ver en esto.

-Si lo sé.


El auto se detuvo frente el enorme Hotel Palazzo Naiadi, The Dedica Anthology. David bajo y le ayudo a Lissa a bajar del auto, cuando se acercaron encontraron afuera mesas y sillas. Entraron por la puerta giratoria encontrando a la entrada figuras de arte divinas, era demasiado la elegancia que destacaba el Hotel, el vestíbulo era espacioso, las paredes pintadas en blanco con detalles en la estructura, sofás y mesas con lámparas decoraban el lugar lleno de gente, caminaron directamente hasta la recepción donde un mueble alargado con floreros con ramos de lavanda estaban puestos donde una recepcionista estaba.

-Benvenuti al Palazzo Naiadi The Dedica Anthology hotel. Cosa posso fare per te questo pomeriggio?

-Grazie. Siamo appena sposati e abbiamo una prenotazione qui –sonrió mirando a Lissa que lo miraba alucinada por la fluidez en que hablaba el italiano.

-Molto bene Congratulazioni Mr. and Mrs. What name? prego  –verifico el listado de reservaciones.

-David Hoffman  –miro de nuevo.

-Infatti, il signor Hoffmann ha una prenotazione per una Suite Presidenziale. Ecco la tua chiave. Godetevi il vostro soggiorno e ancora complimenti Mr. Hoffmann.

-Grazie mille  –tomo la llave y se dio la vuelta, tomando de la mano a Lissa. Presiono el botón para el ascensor, las puertas se abrieron y entraron.

-No sabía que hablabas tan bien el italiano.

-Bueno cuando empecé a estudiar, tuve que acoplarme a todos los idiomas vistos y por haber... se hablar en japonés, chino, italiano, español y algunos más que no al cien los domino.

-Fuiste un gran estudiante de eso estoy segura  –le sonrió, él le regreso el gesto, las puertas se abrieron y salieron hasta su habitación. David saco la llave y la introdujo en la cerradura.

Al abrir la puerta una habitación bastante amplia se mostró, con colores beige y blanco resaltaba la limpia habitación, una cama grande, con colores cafés y blancos, las almohadas eran de seda, frente a la cama un par de sillas de madera con piel, en medio de estas una mesa de cristal, una ventana amplia que daba hacia el exterior, encima de estas un candelabro colgaba de color dorado, un baño que tenía una ventana de cristal a la forma de la tina que dejaba ver todo tanto adentro como afuera del baño. Todo era demasiado lujo que Lissa no se decidía si seguir mirando a detalle cada cosa en la habitación.

Límite De Amor Parte 1 #wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora