CAPITULO LXXVIII

41 3 0
                                    

David entro rápidamente guardo toda su ropa y la de Lissa en las maletas grandes, después en las maletas de mano puso todo lo de su uso personal de él y ella, cuando termino un botones lo esperaba para bajar el equipaje hasta donde un vehículo los llevaría al avión privado que los llevaría a Los Ángeles. Cuando regreso con Lissa la ayudo a ponerse de pie y salieron hasta la entrada del Hotel, subieron el equipaje y subieron los dos.

Después de horas de vuelo, llegaron a Los Ángeles. Erik un chofer de David los esperaba, bajaron del avión y subieron rápidamente al auto, después subió Erik y arranco a la que sería la casa de los señores Hoffmann.

-No había tenido oportunidad Señores Hoffmann pero Bienvenidos y muchas felicidades –sonrió mientras su mirada seguía fija hacia enfrente.

-Gracias Erik  –dijo Lissa mientras sonreía.

-Erik cuando nos dejes en la casa, puedes pasar al hospital donde trabaja Owen y traerlo con nosotros, Lissa está un poco mal y no le caería mal una revisión médica  –asomo la cabeza detrás del asiento de Erik.

-Por supuesto señor  –se detuvo en un portón enorme el cual comenzó abrirse hasta que dejo ver una hermosa casa de 2 pisos, amplia, un jardín delantero con rosales y árboles que daban frutos, Lissa miro asombrada la casa y luego miro a David.

-¿Esta es el lugar donde vamos a vivir?  –señalo la casa.

-Se dice "¿Esta es mi casa?" y si aquí será nuestro hogar  –le dio un beso en la frente y se bajó del auto, dejando a Lissa aun adentro asimilando la imagen de su casa.

David abrió la cajuela del auto y bajo las maletas, seguido de Erik, después regresaron, Erik cerro la cajuela y volvió a subir para ir por Owen, David le abrió la puerta a Lissa y bajo. Caminaron hasta la puerta y antes de abrirla David cargo a Lissa.

-¿Qué haces?  –se rio.

-No hay que romper la tradición de entrar con mi esposa en brazos  –le guiño un ojo y abrió la puerta, empujándola un poco con el pie. La puerta de abrió dejando ver una casa muy espaciosa, y por lo que se podía ver el anterior dueño tenia gustos por el arte, había muebles demasiado antiguos para la casa, el suelo era de madera, era una casa antigua pero se veía que habían hecho cambios renovadores en la fachada.

-Se ve que el anterior dueño no quiso remodelar nada  -camino hasta la sala, haciendo que el ruido de sus zapatos resonaran en eco por todo el lugar.

-Te seré sincero  –miro las cosas muy antiguas y frunció el ceño en desagrado  –La compre pero no se le ha hecho absolutamente nada.

-Conociéndote ya tendrías aquí a no sé cuántos ingenieros, arquitectos y amantes al diseño moderno y lujoso  –sonrió, ante la cara de David.

-Pensé que quizá usted quedría supervisar lo que quiere que se haga en su casa Señora Hoffmann.

-Yo no tengo ni la menor idea de que hacer, a parte sabes que no estaré todo el día aquí, sino en el despacho.

-Entonces contratare al personal encargado de las remodelaciones y tu simplemente les dirás que quieres y que no ¿Te parece?  –se acercó a ella y la tomo por la cintura, mientras miraban a su alrededor el gran trabajo que les esperaba como matrimonio.

Mientras Lissa sacaba las cosas de su maleta, David estaba hablando con los encargados qué harías los arreglos de la casa para la tuvieran lista lo más pronto; en ese momento llego Owen y David salió para dejar que el revisara a Lissa.

-Hola Lissa ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en tu viaje?  –sonrió mientras sacaba sus cosas para la revisión.

-Hola Owen, estoy bien creo  –sonrio  –Y nuestro viaje fue un sueño diría que perfecto.

-¿Dónde estuvieron?  –se acercó a ella para checar su presión.

-En Roma.

-Muy bonito lugar y muy lujoso no es así  –procedió a escuchar su corazón.

-Si demasiado  –volvió a sonreír.

-Bueno mira tú presión está bien, el corazón también, ¿Dime cómo te sientes ahora?

-Cansada y tengo mucha hambre.

-Muy bien. Quizá sea por el viaje. ¿Dime cuando fue tu último periodo?  –comenzó a notar en un bloc.

-¿Mi último periodo?  –se levantó deprisa y comenzó a revisar su maleta de mano y encontró el estuche donde venía su copa menstrual y recordó que en todo el tiempo en Roma no la uso, palideció instantáneamente.


<<No, no, no, no. Ahora no por favor, necesito tiempo, quiero ejercer mi carrera>> pensó mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

Límite De Amor Parte 1 #wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora