Capítulo 6

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"Fuera de rutina"

No era la primera vez que Harry no sabía qué debía sentir, pero esta vez era la peor de todas sin duda alguna.

Se sentía temeroso, feliz, triste, conmocionado, ansioso... en general, no estaba seguro de lo que sentía, ¡un niño de once años no debería de estar así! 

Era domingo, y habían ocurrido demasiadas cosas, más de las que Harry era capaz de tolerar, aunque quizá, por una vez, eso estaba bien.

Aunque le hubiera encantado que no ocurriera, Harry sabía que en algún momento iba a pasar, a cualquier niño le pasaba, a cualquier persona le pasaba, y él definitivamente no podía ser la excepción. Simplemente se había enfermado, no era raro, llevaba demasiado soportando el dolor de cabeza constante por la mala graduación de sus lentes, varias veces se había desmayado antes por no soportarlo, otras veces tuvo náuseas, pero él estaba acostumbrado... su compañero de habitación no.

Esa misma mañana, mareado por levantarse muy repentinamente por una pesadilla, el dolor de cabeza aumentó y le provocó ir a devolver la cena de la noche anterior, esto alarmó a Nott, y aunque Harry intentó que no le diera importancia, poco ayudó el nuevo mareo que lo azotó, y finalmente fue arrastrado a la enfermería por uno de los prefectos.

Apenas llevas una semana y ya te metiste en esto. Ahora sabrán que estás roto y te devolverán con los Dursley.

La señora Pomfrey debió pensar que las lágrimas que salieron de sus ojos eran a causa del dolor de cabeza, y Harry se negó a decir algo al respecto de su familia o su temor de volver: no debía molestar a los adultos.

A ellos no les importa, de cualquier forma.

La sanadora no estuvo muy contenta de ver en su examen médico (Harry no sabía cómo funcionaba uno), el hecho de que fuera tan bajo de peso y la inminente anemia. Ella no le preguntó si comía bien, sino que le preguntó si el dolor de cabeza le provocaba nauseas con frecuencia, y aunque quería mentir, no fue capaz de hacerlo, así que dijo la verdad y dijo que sí. Aunque sí se llevó una sorpresa por saber que su piel era tan pálida por la anemia, no sabía nada de eso, y la mujer se lo explicó amablemente, cosa que agradeció.

Pero se sintió bastante mal por saber que debido a que no comía adecuadamente en la casa de sus parientes tenía ahora una enfermedad que podía ser peligrosa. Él siempre creyó que su piel era así porque así eran sus padres y ya, después de todo, esa era la explicación de sus tíos a sus maestros.

Cuando llamaron al profesor Snape, Harry tuvo, irremediablemente, un ataque de pánico, ¡lo había arruinado! ¡Lo iban a mandar de nuevo a la casa de sus tíos!

Madame Pomfrey se preocupó cuando él dejó de respirar adecuadamente, el problema ya no era solo sus nervios, sino también su asma, que para su mala suerte, siempre que tenía uno de esos ataques, también eso venía a molestarlo. Ella le hizo tomar una poción relajante, o al menos eso supo que era después, cuando fue capaz de calmarse y medicarse correctamente. 

Los dos adultos estuvieron hablando entre ellos un par de minutos, mismos en los que Harry estaba pensando en cómo despedirse de Ron y los gemelos, y también de Neville y de Nott, se preguntó también si sus tíos le dejarían conservar a Hedwig, si era así, al menos podría enviarles cartas a sus compañeros. 

Harry no supo cómo reaccionar cuando le dijeron que lo llevarían al callejón Diagon, solo miró, consternado, a su jefe de casa y luego a la sanadora. 

—Hay una óptica ahí, te harán un examen y conseguirás los lentes adecuados, parece que los dolores de cabeza se deben a que no tienes la receta correcta para tus lentes— le había explicado la mujer, ella trataba de sonar suave, a Harry le recordó a la enfermera de su escuela muggle, ella siempre fue amable con él. —Con eso deberían detenerse los dolores de cabeza. También te daré una poción que tomarás todos los días después de las comidas, eso ayudará con la anemia— finalizó, esta vez con una voz más severa, como queriendo dar a entender que no podía saltarse aquello.

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