Capítulo 58

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"Pesadilla en los Mundiales"

El camino hacia la sede estaba alumbrado por faroles para no perderse a través del bosque, así que no era difícil adivinar por dónde ir. Mientras hablaban y bromeaban, también se escuchaban los gritos y risas eufóricas de los magos que se adentraban también al bosque para llegar al estadio. Incluso ante la perspectiva de estar rodeado de gente, Harry no podía dejar de sonreír por la emoción y el ambiente febril. 

Cuando llegaron, un estadio colosal se alzaba delante de ellos. El señor Weasley, al ver la expresión de sobrecogimiento de Harry, explicó que allí cabían cien mil personas, y que cada centímetro de la edificación tenía "repelente mágico para muggles", de tal forma que cuando se acercaran, recordaran que tenían algo más que hacer y se van. 

Una bruja del ministerio comprobó sus entradas y los dejó entrar, indicándoles su lugar. Theo se unió a ellos justo antes de que llegaran a sus asientos, y ya que tenía uno cercano, fueron en grupo. Harry se rió cuando consiguió cambiarle su lugar a otro mago para que se pudiera sentar junto a ellos.

Fue extraño encontrarse con una elfina doméstica. Harry en un comienzo la confundió con Dobby, pero cuando esta se giró hacia él, se dio cuenta de inmediato de su error y se disculpó. La que se presentó como Winky, le dijo que Dobby estaba buscando un lugar para trabajar donde le pagaran, algo que, por lo que entendió, para los elfos era algo imperdonable. De igual forma, frunció el ceño cuando le dijo que ella no soportaba las alturas, pero por su amo ella debía estar allí. Theo lo calmó para que no le dijera nada, y finalmente solo volvió a sentarse. 

—¿Eso es un elfo doméstico?— cuestionó Ron. —Son raros— dijo. 

—Dobby es más extraño— aseguró Harry.

Sirius pareció que estaba por opinar algo, pero Remus lo pisó y evitó que comentara lo que fuera que iba a decir. 

—El elfo de mi casa también es extraño, creo que todos son así— le susurró Theo a Harry, quien solo asintió. Kreacher también era algo extraño, especialmente cuando se le quedaba mirando y luego se ponía a murmurar cosas que no entendía. 

Hermione, quien había comprado unos programas, leyó un poco del mismo y le mostró a Harry que primero habría una exhibición de las mascotas. El señor Weasley les dijo que era algo digno de ver.

Durante la siguiente media hora se fue llenando lentamente la tribuna donde estaban. El señor Weasley no paró de estrechar la mano a personas que obviamente eran magos importantes. Percy se levantaba de un salto tan a menudo que parecía que tuviera un erizo en el asiento, razón suficientemente para que los gemelos se burlaran de él. 

Cuando llegó Cornelius Fudge, el mismísimo ministro de Magia, la reverencia de Percy fue tan exagerada que se le cayeron los lentes y se le rompieron. Muy avergonzado, las reparó con un golpe de varita y a partir de ese momento se quedó en el asiento, echando miradas de envidia a Harry, a quien Cornelius Fudge saludó como si se tratara de un viejo amigo, incluso actuaba como si fuera una figura paterna en cierta forma, además de presentarle a todos los magos que lo acompañaban como si fuera una figura de autoridad. Harry solo le devolvía el saludo cortésmente a todos, pero sin dejar de ser algo distante en el trato, en realidad, tanta atención estaba comenzando a ponerle demasiado nervioso. 

El que más tardó con comprender quién era el ministro de Bulgaria, quien no parecía entender inglés, y no fue hasta que vio su cicatriz que comenzó a decir cosas en voz alta, emocionado, y que nadie más entendía. Theo se inclinó hacia Harry y le dijo que el ministro de Bulgaria estaba fingiendo no entenderle a Fudge, algo que lo sorprendió, pero tras pensarlo un poco, le dio la razón con un asentimiento de cabeza. 

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