Capítulo 10

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"Un cerbero o un profesor, ¿cuál es más peligroso?"

Harry mantuvo los ojos incluso después de despertar, sintiendo, con pesadez, el olor tan característico de las enfermerías. ¿Cómo una enfermería de un colegio mágico y de uno muggle olían igual? No sabía pero de todas formas lo reconoció.

Trató de pensar lo que hacía ocurrido, y se dio cuenta que, luego de ser detenido por el profesor Snape, había sucumbido una vez más a la inconsciencia. Había pasado por lo menos un mes y medio desde la última vez que se desmayó, y fue por culpa de la hipoglucemia, resultado de saltarse el desayuno luego de haberse acostumbrado a comer todos los días las tres comidas; la poción para la anemia ingerida con el estómago vacío no ayudó. 

Meditó en su mente los hechos, casi se le escapó soltar un chillido de exasperación cuando notó que había reaccionado delante del profesor cuando lo tomó de los brazos, ¡no era su culpa! Odiaba cuando hacían eso, su tío lo había hecho tantas veces con tanta fuerza que Harry siempre temió que pudiera romperle el brazo, bien, exageraba, pero era un niño pequeño, su tío era enorme; y siempre le dejaba moretones por su agarre... sin mencionar que eso era solo el inicio. Reprimió el escalofrío, sí, nada salía bien cuando su tío lo agarraba, solo era señal de que algo peor se le venía encima.

Cuando recordó lo del trol, el esfuerzo anteriormente hecho por mantenerse calmado se esfumó por completo, se sentó de golpe, sintiendo el dolor de cabeza y mareo atravesarlo por completo, se inclinó hacia delante y se recogió la cabeza entre las manos, tratando de estabilizar su mundo, escuchó entonces una voz a su lado, pero tardó en darle sentido a sus palabras.

-Señor Potter, tranquilícese- entendió por fin.

Harry levantó lentamente la mirada, pero el pánico no hizo sino incrementarse al ver a su maestro de pociones y jefe de casa.

Ahora sí no tienes excusa, te enviaran con tus tíos para castigarte.

Se estremeció violentamente y sintió las lágrimas acumularse en sus ojos, aterrado.

Él no quería volver con sus tíos, no quería ser expulsado de Hogwarts, él amaba el colegio, adoraba tener la oportunidad de estudiar allí, tener compañeros que no huyeran de él, amigos incluso. También había descubierto que adoraba volar en su escoba, y no quería renunciar a eso tampoco.

-Está bien, señor Potter. El trol ha sido sacado del castillo- dijo lentamente el profesor, notando el terror del niño, creyendo que se debía a eso. -¿Sería tan amable de decirme qué ocurrió?- preguntó, entregándole sus lentes al niño, viendo cómo se los ponía con cuidado.

La confusión inundó a Harry una vez más, se estaba volviendo un sentimiento bastante común para él el no entender nada.

¿Quería que se lo dijera para saber la gravedad de su infracción? ¿Había una posibilidad de que tal vez no lo enviaran con sus tíos de nuevos? Consideró mentir, pero no quería hacerlo... odiaba las mentiras, las detestaba de sobremanera, sus tíos siempre le mentían y lo obligaban a mentir.

-Una respuesta verbal, señor Potter- insistió el maestro, Harry saltó al darse cuenta de que se había perdido en sus pensamientos.

Abrió la boca para decir algo, cuando nuevamente se vio sobresaltado, esta vez por sentir una mano en su espalda.

Poppy se sorprendió cuando el niño se alejó de ella, girándose tan bruscamente que casi cayó del otro lado de la cama, mirándola con cierto temor. Se vio obligada a dejar su rostro severo para sonreírle, trantando de calmarlo.

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