T R E I N T A

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Los gritos de mi madre hacen eco en mi mente, tuve que amenazarla mencionando que puedo ser la asesina que tanto dicen en Frelighsburg, todo para salir de ese infierno que alguna vez llamé mi hogar.

Lágrimas saladas caen por mis mejillas y empañan mi visión. Se me hace difícil distinguir las luces de los autos bajo la fría y oscura noche en la cual me he propuesto a perderme.

Sonidos de los autos y transeúntes pasando, se oye lejano. Me siento perdida, me siento estúpida por confiar tanto en la que es mi madre. ¿Como rayos puede decirme algo así para que no vaya con quien quiero?

Los secretos de mi madre me gritan que me volveré loca si me entero de ellos, no se si creer en lo que dijo, no... no puede ser verdad, no puede... gustarle Alexer, no puede.

Mi madre no puede amar al hombre que yo amo.

Unos estruendos del cielo se hacen oír, la lluvia amenaza con caer sobre mi y lo único que hago es seguir un camino que no tengo ni la menor idea de a donde me conduce. Los ojos de Alexer antes de que mi madre nos interrumpa se reflejan cada vez que cierro los ojos, la voz de mi madre se hace presente haciéndome sentir culpable.

No puedes amar al hombre que tu madre ama.

—No puedes amar al hombre que tu madre ama.. —intento repetir sin que se me quiebre la voz, siento algunas gotas de agua caer sobre mi cabello, pero no me inmuto, sigo el camino con los sonidos lejanos de la realidad.

¿En que momento sucedió eso?

¿Que más ocultan ellos?

Deambulo durante horas que parecen minutos. Me pregunto tantas cosas que aún no logro entender, preguntas sin respuestas, sus voces decirme lo que me provoca este estado tan lamentable.

Ser asesino no es tan malo... ¿Sabes? A veces dicen que lo es pero los buenos son los buenos en una historia que cuenta precisamente un bueno.

—¿Los buenos no son los buenos?

—Nadie es bueno, solo los bebés que aún no pueden razonar. Pero todos tenemos algo de malos.

Las conversaciones acerca de las acusaciones viene a mi mente. Alexer cambió mi manera de pensar, ya sabía que no existían los buenos pero quería creer que si, y que mi madre lo era cuando claramente no lo es.

La lluvia aún cae mojando mi cabello aún más mientras las personas normales corren para no mojarse y otras caminan con sus paraguas; yo camino bajo la lluvia en la fría y triste noche de estas calles.

Mi labio inferior tiembla sin poder controlarlo, ya no puedo sentir mis manos del terrible frío y aún así siento que estoy a punto de desvanecer.

—¡Hey! ¡Cuidado! —una voz nada familiar me obliga a levantar la mirada puesto a que me detuve en medio de la calle, donde seguido se escucha un chirrido de llantas y el claxon sonar varias veces.

—¡Fíjate, loca! —me río de mí misma por como me llamó el sujeto del auto.

El auto frenó a escasos centímetros de mis piernas, un escalofrío más recorre mi cuerpo, me salgo de la pista para ir a la vereda y no obtener la atención de las personas, veo a mi alrededor y me doy cuenta de donde estoy.

Estuve caminando tanto tiempo y ahora llego a parar al edificio donde Alexer me llevó, tallo mis ojos para aclarar mi visión y fijo mi mirada en su piso, donde hay un balcón y una silueta ahí.

Él está ahí, ve con él.

Mi consciencia me aconseja que vaya.

Me aliento interiormente, estoy por entrar pero me detengo en seco. ¿Por qué entraría? ¿Quiero saber si realmente Alexer tuvo algo que ver con mi madre? No... eso no es posible.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora