XLIV

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Sábado 22 de Septiembre, 2018.

Abro los ojos bajo una luz cegadora, giro mi rostro y pestañeo repetidas veces aclarando mi visión.

Escucho el sonido de un aparato a mi lado y el terrible olor de un hospital viajar a través de mis fosas nasales. Como odio los hospitales, huelen exactamente igual que un consultorio de psicóloga.

Me siento en la camilla. Observo el ventanal frente a mi y las típicas paredes blancas de hospitales. Bajo la mirada y me encuentro con la soledad. Dispongo a quitarme las cosas que tengo puestas; como una aguja en mi brazo y demás conexiones de aparatos a mi cuerpo. Hasta que mis ojos viajan a la puerta de la habitación que es es abierta, ahí se muestra...

Casi me ahogo con mi propia saliva.

Solange Bronova, mi madre está en la puerta con dos vasos descartables de café.

—Mi niña, ya despertaste. —me sonríe, hago una mueca de confusión intentando quitar todo los cables de un tirón de mi cuerpo para lograr salir de aquí.

Ella me detiene evitando que siga retirando los cables. En estos momentos no me siento segura con ella ni con nadie que no sea Alexer, menos con mi madre, no después de todo lo que he vivido y he oído.

—¿Que rayos...? ¿Dónde está Alexer?

—Hija, estuviste dormida mucho tiempo. ¿No tienes hambre? El doctor dijo que podrías tener alucinaciones pero tienes que tomar las pastillas.

—¿Donde está Alexer, Solange?

—¿Quién es Alexer?

—¿Qué?

—Hija, estas enferma, fuiste drogada y tienes problemas, crees que tu sueño es real, pero no lo es.. Te he escuchado dormida mencionando varios nombres de varios chicos durante tu...

—Despertó mi paciente favorita. —entra un señor con bata blanca. Al parecer un doctor, trae una enorme sonrisa en su rostro mientras se acerca a mi.

El miedo va creciendo en mi interior, cada vez tengo más ganas de huir, siento.. como si no estuviera segura con estas personas.

—Debo.. debo irme. —intento bajarme pero el doctor me lo impide.

—Sage, tienes que mantenerte en reposo y tomar los medicamentos para tu enfermedad.

—¿Que? ¿Cual enfermedad? —lo empujo bruscamente. —¡Yo estoy bien!

—No, no lo estas y tienes que estar en reposo, Sage. —interviene Solange.

—¡No quiero estar contigo, eres un monstruo! —le grito entrando en desesperación, evito que me toque y solo la veo a ella. —Ya lo sé todo. Eres...

No me percato de lo que hace el doctor hasta que clava una inyección en mi brazo, empiezo a sentir una especie de debilidad por todo mi cuerpo adormecido y las ganas de cerrar los ojos tomándome desprevenida.

—A dormir, cariño. —es lo único que escucho del ser despreciable que llamo mi madre y la oscuridad me invade debilitando todas mis extremidades.

Mi mente divaga en mis recuerdos, como flashes donde me sentí feliz, de pequeños con Alexer, las acusaciones que cada vez son menos y cada vez ya no me importa como antes.

Cada parte mía me grita que estoy en manos equivocadas y tengo que tener coraje para alejarme de ella, de la mujer que golpea a sus hijas y solo piensa a su beneficio.

Las mismas pesadillas de siempre empiezan y decido cerrar los ojos para no verlas, estoy en un sueño y tengo que despertar.


De un brinco me salgo de la cama nuevamente con las pesadillas abrumadoras, tengo sudor frío sobre mi frente y el corazón acelerado. Dirijo la mirada en busca de una puerta.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora