XXXV

6.8K 799 118
                                    

Cinco Días después.

Jueves 20 de septiembre, 2018.

—¿Por qué me trajiste aquí? —me encuentro frente a Pamela, la hermana de Perla. Me buscó, no he tenido ninguna información nueva de mi madre, voy a las clases y simplemente ningún rostro conocido está, ni me los cruzo.

Como si no hubieran existido.

Alexer no apareció, no me llamó más, la última vez no pude contestarle porque estuve en el tiroteo. El cual la policía sigue investigando, por suerte no me han buscado, solo he salido estos días para asistir a clases.

Ni siquiera fui a las citas ni grupos de apoyo con los psicólogos y es un alivio.

—A este lugar, lo llamamos... La habitación de los recuerdos. —señala. —Como puedes ver, hay muchas fotografías de recuerdos en las paredes. —levanto la vista a los cuadros colgados. —Necesito preguntarte algo. ¿Ella te maltrató o lo hace?

—¿Ella te mandó a traerme y que me preguntes eso? —sé de quien habla, habla de mi madre.

De quien le he creado un inmenso rencor a lo largo de los días.

—No. Yo no tengo contacto con ella ni lo tendré, es una escoria. —levanto ambas cejas, sorprendida por lo que dice.

Me limito a asentir.

—¿Entonces? —le indico que continúe.

—Responde primero. ¿Ella te trata mal? —insiste y dudo.

No voy a negar que dudo en decirle. Pero lo haré, no con palabras si no con pruebas.

Llevo mis manos a la curita de mi cuello y la quito. La última vez que me presenté al departamento fue el domingo, al día siguiente al tiroteo.

Pude entrar por la ventana y sacar algunas cosas mías que necesito para continuar viviendo en el departamento de Alexer.

—Ella intentó cortarme para sacar esta marca. Dijo que no debía mostrársela a nadie. —vuelvo a ocultar la marca de nacimiento. —Me abofetea siempre que puede y no le importa si estamos en lugares públicos, ella lo hace.

Se queda en silencio. Mis ojos se detienen frente a un estante con varios portaretratos, con fotos de al parecer de ellas y  hay algo que me llama la atención, me acerco más a la fotografía logrando observar más de cerca a la mujer que está con ellas.

Ella resopla evidentemente enojada. —Nos abandonó para esto... —susurra para ella pero puedo oírlo. Arrugo las cejas, confundida, guío la mirada a ella.

—¿Que? ¿A que te refieres? —mi cabeza empieza a maquinar con rapidez una respuesta a eso.

Nos abandonó para esto...” Las alarmas se disparan a tal punto que temo desmayarme.

—¡Escúchame! —me toma de los omóplatos obligándome a verla. —Sé que quizás no me creerás, pero ella.. Pensé que al menos a ti te trataba bien, pensé que nos había dejado para darte todo a ti.

Cada palabra suya me tiene al borde de la locura.

—No estoy entendiendo... —musito sin poder creer lo que mi mente grita, ahora me enfoco en prestar más atención a las fotos que nos rodean.

—Sage, tú no fuiste de mi agrado cuando te vi, porque creí que eras la culpable, creí que ella te daba todo lo que a nosotras no. —habla con dolor. —Pero veo que no es así.

Sus ojos se desvían de los míos. —Ella es... Solange es...

Y todo conecta en mi cabeza, mi conciencia grita lo que ella está por revelarme. La mujer de las fotografías con Perla y Pamela de niñas, es ella; Es Solange Bronova, mi madre. La misma mujer que creía conocer desde que tengo memoria.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora