S E I S

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Me detengo unos minutos y mi mirada conecta con la de una persona que se encuentra en las sombras del lugar, me quedo unos segundos mirando el humo salir de sus labios y formar una sonrisa perfecta, torcida y mostrando sus blancos dientes.

Lo veo guiar el cigarro a sus labios y dar otra calada. Me obligo a apartar la mirada de ese sujeto para no darle tanta atención a ese tipo de miradas que suelen incomodar.

Empiezo a caminar a la barra donde aún se encuentra Nath, solo que ahora un poco más ebria y feliz, sonriéndole al mundo.

—Saldré unos minutos, necesito aire. —menciono con una sonrisa intentando esconder mis nervios y el picor en mis manos, ella gira su rostro para mirarme.

—¿Quieres que te acompañe? solo dame un momento… —intenta levantarse y casi se tuerce el pie al bajarse de la silla alta.

Tomo su bebida y en solo segundos todo el líquido azul se desliza por mi garganta, me provoca hacer una mueca por el ardor que deja a su paso.

—Olvídalo, regreso rápido. —le brindo una sonrisa y empiezo a caminar a la salida.
A los segundos llego a donde se encuentra el tipo que sostuvo mi mirada, pero él no se encuentra ahí, lo cual me desconcierta un poco.

Quizás podría haber sido él… Pero él, no fuma.

Alexer. ¿Por qué te distanciaste de mi? Ahora tengo que olvidarte para no sentirme mal y pasar página. Como olvidarlo.

Al cruzar las puertas y pasar de lado de el guardia enorme siento que vuelvo a respirar, una suave brisa atraviesa mi rostro removiendo mi cabello.

Mi piel se eriza ante eso.

Lleno de aire mis pulmones, adentro me sentí asfixiada, no suelo ir a fiestas, uno por que mi madre no me deja y dos porque prefiero hacer otras actividades, que salir y estar entre miles de cuerpos sudorosos que no les importaría golpear a alguien por su euforia y adrenalina.

—¡No te atrevas! —un par de gruñidos varoniles llaman mi atención, la gente de las colas largas empiezan a formar un círculo en una entrada entre la discoteca y varias casas.

Mis piernas se conducen por sí solas, la curiosidad me llama, mi vida suele ser aburrida con pesadillas que me he creado gracias a los estúpidos rumores de la gente de Frelighsburg.

¿Realmente creían que yo podría hacerlo? ¿Cómo podría tener una mente de criminal profesional? Aún peor, cómo podría hacerlo y sentir que no lo hice.

Intento mirar por sobre los hombros de las personas chismosas, todos se encuentran amontonados y en un círculo alrededor de un par de chicos.

Los cuales no puedo ver sus rostros, solo oír sus voces, masculinas y viriles.

Solo que, ¡Se me hacen conocidas!

La primera voz que oí, diciendo “No te atrevas” Podría jurar que era la voz de mi sueño, las personas abren el círculo para formar un cuadrilátero alrededor de los dos hombres en discusión, me quedo de pie en frente de la escena atontada.

Un rubio, mi rubio.

Su cabello despeinado, en ondas naturales que bajo la luz del faro se ve brilloso y hermoso.

¿Alexer…?

Si, lo encuentro con la mirada sombría mirando al otro chico que se encuentra frente a él, tiene los puños cerrados con fuerza, los nudillos rojos. Él sujeto intenta huir quitando a las personas a su paso.

Y es ahí, donde mis ojos como imanes hechos para atraerse conecta con los suyos, mi corazón empieza a latir con fuerza descontrolado por volver a verlo. Las pequeñas pero visibles arrugas de enojo entre sus cejas desaparecen al mirarme.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora