—Lo hizo cuando desapareciste luego de dejarte con Jonas. —desvío la mirada de él. —Se supone que nos conocemos, mi madre dice que nos conocemos y yo le creo, es mi madre.
—¿Los conoces? ¿Que sabes tú de ellos?
—¡No lo sé! Me siento como una demente. Por más que quiero y me esfuerzo en hacerlo, ¡No recuerdo nada! —me muevo por la habitación, frustrada. —Estoy harta de todo esto. ¡Estoy cansada! No sé que más hacer, siento que soy una maldita asesina, ¡Un monstruo! Pero luego no tengo pruebas de eso y pienso que soy inocente.
Me detiene tomando mi cuerpo por los hombros, evito mirarlo.
—Escúchame, todo esto acabará pronto. —levanto la mirada para ver sus hermosos iris. —Si lo eres o no, no importa. ¿Entendido?
—¿No importa? ¿Enserio? Si fuese verdad, yo.. ¡Sería una asesina! —estoy a punto de perder la poca cordura que me queda, estoy enojada conmigo misma por todo esto.
—No pienses en eso. Ellos solo aparecen por que —hace una pausa, toma aire. —Porque hay personas que te tomaron odio y quieren joderte.
—No...
—Tienes que entender que ser un asesino no está tan mal como lo describen, de hecho... en algún punto te hace sentir poderoso, cuando quitas el último respiro a alguien, en algún punto eso es ser Dios.
Sus palabras se instalan en mi mente, no puedo creer lo que ha dicho y no puedo creer que mi mente lo tome como algo normal.
—¿Ser Dios? ¿Si yo fuera la asesina que dicen, tú estarías conmigo?
—Sabes bien que si. Ya estoy aquí y nada va a pasarte. —su voz suena tan suave y su rostro es todo lo contrario, parece seguir frustrado.
—No siempre podrás impedirlo... —murmuro sin poder contenerlo. —¿Conoces a Aedam?
—No pienses en él, no volverá a acercarse a ti, mucho menos intentará lastimarte. —su mano despeja el cabello sobre mi hombro y revisa mi cuello adolorido.
Tengo la piel sensible y posiblemente quede una marca ahí, como un collar morado y verde en mi cuello.
Dos marcas... Una de Izan y la otra de Aedam. ¿Quien o qué sigue?
Relamo mis labios con sumo cuidado por el ligero ardor que me provoca de solo moverlos. De repente escucho las llaves moviéndose en el cerrojo de la puerta principal, me separo de Alexer y voy a mi puerta queriendo cerrarla rápidamente.
—Mamá no puede verte —le susurro y me acerco a él. —Pero no quiero que te vayas.
Ellos pueden volver.
Volverán, ellos volverán por que no es suficiente dejar un simple recordatorio, ¿ellos querrán más?
—Debo hacerlo, estaré aquí mañana. —se acerca a mi y me besa, sus besos no son dulces ni él, pero me traen por el subsuelo.
Le sigo sin importar que el roce de nuestros labios provoca un ligero ardor en donde queda la marca de Izan.
Me separo de él de golpe cuando mamá toca la puerta.
—Sage, vamos a salir, prepárate. —regreso la mirada a Alexer, su mirada sigue siendo tan hipnotizante y demandante.
—Sage, no busques a Aedam, él no puede ayudarte, en nada. —asiento no tan convencida, necesito respuestas. —Ni a Izan. A ninguno de ellos, quieren hacer que creas que se conocen, pero no es verdad.
—Pero...
—Sage, solo quieren pasar el rato, y vamos, no es lo que quieres ni yo tampoco. —moja sus labios y forma una sonrisa. —Solo no lo hagas.
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ALEXER. CORRIGIENDO
Misterio / Suspenso1| La realeza maldita. COPYRIGHT © 2020 Evadne Reed. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, tampoco se acepta copiar palabras o frases de este libro, sé original y creativo...