C I N C O

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Darwin termina de pelear con Nathalie, ella va a recoger donde cayeron sus tacones tan caros y hermosos.

—¿Te ayudo a bajar? —Darwin se planta frente a mi.

—Por favor… —me sostengo con una mano de las rejas de la escalera y me coloco de rodillas dando la espalda al vacío, voy bajando mis piernas y la mitad de mi cuerpo, cuando creo que no soporto mi peso, Darwin me sostiene rápidamente, con cada mano sobre mi cintura.

Hasta dejarme de pie en la vereda.

—¿Llegaste solo para bajarla a ella? Ah, que a Nathalie que le pase un tren. ¿No, zanahoria? —se burla con sarcasmo.

—La verdad, si. —afirma, sonriendo de lado. Pongo los ojos en blanco, noto que ambos tienen su mirada en mi.

—Ella es inteligente. —opina Darwin señalándome, divertido. —Botines y no tacones.

—Oh...si, siento que son más cómodos y mejores como para salir por mi ventana y saltar por las escaleras de incendios sin que vuelen por los aires. —sonrío inocentemente.

—Ella es rara. —señala Nath, bufo caminando al auto.

—No soy rara.

—Siento que encontré a quien buscaba. —dice con tono burlón.

Nath le propina un codazo a sus costillas.

—¡Auch! —se queja, Nath avanza al auto y sube al copiloto. —Sage, ¿puedo ser tu pareja esta noche? Alguien es muy mala compañera.

Le echa una mirada a Nath, mientras sube al piloto del auto. Les gusta molestarse entre sí.

—Eso no tiene gracia. —se exalta Nath, frustrada.

—Y la rara soy yo. —niego con la cabeza.

—Sage, eres rara. Eres la única que cuando prueba el alcohol parece que cambia de cuerpo. A veces, me asustas. —comenta Nath, desvío la mirada de ella.

—Puees, el alcohol sólo te empuja a hacer cosas, que ya querías hacer. —defiende Darwin con una sonrisa pícara. —Eso no es ser raro, es ser libre de cometer pecados.

—Así qué quieres sonar… ¿motivacional? —le cuestiona Nath.

—Yo diría que si. —afirma sonriente, presiona un botón y el auto se enciende automáticamente, vaya… que tiempos tan avanzados, su auto por dentro es un lujo, asientos de cuero rojo con blanco, luces led, una gran pantalla a lado del volante.

—Voy a poner musica, el silencio afecta a la felicidad.

Se inclina con el cinturon de seguridad puesto y teclea en la pantalla, pone una canción My Humps de Black Eyed Peas. A todo volumen.

Nathalie canta el primer verso de Fergie como si le hablase a Darwin e incentiva con ello a que él se le una en el verso respuesta de William.

—¡Vuelvo locos a todos los hombres! lo hago diariamente.. ¡Ellos me tratan muuy bien...!

A Nath le gusta mucho esta canción. Ambos viven la canción cantándola como si fuera una indirecta al otro.

La música sigue al tope. Hasta las calles deben temblar por el fuerte ruido con las ventanas bajas. Darwin le hecha una rápida mirada a su celular, frunce el ceño y busca donde estacionar su bello convertible en color rojo.

—¡Hemos llegado! Recuerden no separarse de daddy Darwin. —eleva la voz para que podamos oírlo, Nath y yo soltamos una carcajada por como se nombró.

Bajamos del auto con la ayuda del caballero líder de los caballeros que fue el primero en salir y adentrarse a la fiesta dejándonos solas.

Abro la puerta por mi misma, salgo y Nathalie se posa a mi lado, me sostengo del brazo de Nath para no perderme entre toda la gente que espera en fila para poder entrar.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora