D I E Z

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Mi corazón deja de latir por unos instantes, pude haber muerto.

—Hey, Sage. —levanto mi rostro en dirección al chico alto, dueño de la voz masculina. —¿Estas bien?

Su voz se me hace casi familiar pero por el aturdimiento no puedo reconocerla, su rostro tan fino y masculino, unos ojos tan verdes y claros bajo la luz del sol, su cabello negro en ondas sobre su frente sin tocarla, sus labios rosados y finos. La nariz respingada que le da un gran toque a su rostro.

Finalmente su mandíbula marcada y bien formada, él aún sostiene mi mano, miro alrededor y solo se encuentra presente Alexer a mitad del camino a llegar a mi, el chico de ojos verdes y yo.

—Yo... Eh —balbuceo sin saber que decir, Alexer llega a mi y abofetea la mano de aquel chico que intento recordar, porque sé que lo conozco de algún lado, solo no recuerdo de dónde.

—Sage —me alejo por instinto, Alexer no es algo que quiero cerca ahora. —Sage  escúchame, solo...

—¡No! Escúchame tú, Alexer. —lo señalo como si lo acusara del peor asesino. —No pretendas que te importo, porqué sé que no es así.

Él se queda en silencio manteniendo la mandíbula apretada y en otro momento me hubiera preocupado de la fuerza que ejerce, puede hasta romperse los dientes.

Me giro en busca de encarar y ver al chico que apareció para evitarme una tragedia pero este no está donde lo dejé. ¡Demonios! ¿Por qué se fue?

—Sage..

—¡Sage! Dios, acabo de verlo. —la rubia toma mi rostro entre sus manos, como si fuera una niña pequeña y me revisa buscando algún rastro de herida.

Aparto su mano con suavidad.

—Estoy bien.. no fue nada, quiero irme. —mantengo la mirada en otro punto, en cualquier lado que no sea en el rubio que sigue detrás de mí.

No entiendo nada, ni siquiera debí dejar que se quede conmigo, todo él me causa un revoloteo de emociones que me ponen al precipicio.

Es con solo su mirada puede hacer tantas cosas, sin necesidad de tocarme y es terriblemente molesto, porqué si quisiera decirle que lo odio mirándolo a los ojos no podría y tampoco me siento capaz de hacerlo.

Nath se queda en un estado hipnótico igual que yo casi siempre por la presencia de Alexer, parece comerlo.. no, devorarlo con la mirada y aquello me molesta, demasiado diría yo.

—Sage, ¿Quien es tu salvador? —pregunta mirando a Alexer como esperando a que los presente y diga que fue él quien se precipitó a detenerme.

—Se acaba de ir, no pude agradecerle. —contesto con un tono apagado, respiro hondo y continuó mi camino obviamente mirando a ambos lados de la pista.

Segundos después Nath aparece a mi lado, mordiéndose el labio inferior y manteniendo mi paso apresurado, parece que vuela en brillitos por la sonrisa que trae estampada.

—¿Quien es? —pregunta ella con la curiosidad viva en su voz. —¿Será que es quien vino preguntando por una chica? Dijeron que había un chico preguntando por alguien.

—Nathalie, él es Alexer.

—Oh ya veo, si... ¿¡Que?! —se planta delante de mi. Tiene una chispa en sus ojos que no sé descifrar, seguro quedó deslumbrada. —¿Alexer Cavalier? ¡¿El príncipe azul de Frelighsburg!?

Aquello último, el nombre del pueblo donde crecí, lo pronuncia horrible, pero no digo nada, me limito asentir.

—¿Y por qué estabas discutiendo con él? ¡Espera! Es él del que Darwin me habló, dijo que había estado contigo... ¡Me abandonaste por él!

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora