XLIII

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El arma que sostiene Jonas está contra la cabeza de Nathalie. Me levanto de la arena y empiezo a caminar en dirección al rubio que tanto quiero, él sabe... Jonas sabe muy bien que Nathalie es importante para mi, por que... es y fue mi único apoyo femenino, mi única amiga, a quien le conté de todo, le conté de mi heterocromía... Caigo en cuenta.

A la única que le conté de mi heterocromía es a ella, la única de aquí. Después lo sabe mi madre, Alexer y los mellizos.

—¡Mátame de una vez! Ella no va a salvarme, es una egoísta, verá solo por ella, como siempre. —las crudas palabras de Nathalie, siguen siendo cuchillos afilados directos a mi corazón.

Bajo la mirada hasta llegar al rubio, él me mira al llegar y toma mi rostro entre sus manos.

—Tienes sangre en el rostro. —murmura reparando mis mejillas.

—Le disparé a un hombre que quería asesinar a Darwin y se burló de mí.

—Me enorgulleces. —musita a mi oído y se aleja. —Eres toda una caja de sorpresas. —me sonríe sin mostrar su dentadura. —No irás con él.

—Alexer, no quiero que lastimen a Nathalie, mira como está. Es mi culpa que esté así.

—No, no es tu culpa, ella no es... —hace una pausa buscando las palabras adecuadas. —No es sincera contigo, no tienes que sacrificar tu vida por ella. —sus ojos miran por detrás de mí unos segundos. —Porque ella no será capaz de hacerlo por ti.

Me impide hablar, sus labios se posan en los míos, demandante y con leve furia. Sus manos se deslizan por mi cintura a mis caderas, apretandome, demostrando que soy suya. Aunque no tiene que demostrar nada, realmente lo soy.

—¡Sage, ven aquí! ¡Fue... es suficiente! —grita Jonas, despego mis labios de los de Alexer y voy retrocediendo, él ahora sostiene mi mano.

Me giro y observo a un Jonas muy enojado, prácticamente ahorca con el brazo y entierra más la pistola pegada a la cabeza de Nathalie.

—Espera. —el rubio me detiene y me gira para mirarlo, está sonriente, pasa sus brazos por mi cintura envolviendo mi cuerpo en un abrazo. —Tu sabes que hacer.

Me habla antes de llevar una de sus manos a la mía, al estar yo de espaldas a Jonas, él no puede ver esto, así que recibo lo que me da, una cuchilla, no tan grande pero filosa.

Asiento. No tengo muy claro lo que quiero hacer pero me giro y sigo el camino a Jonas.

—Quiero que recuerdes algo. —la voz de mi chico me interrumpe el paso. Me detengo por unos segundos a buscar con la mirada a Darwin siendo auxiliado por Kyler. —Sage, eres y siempre serás mía.

Jonas le apunta esta vez. Alexer sólo muestra una sonrisa. Al parecer sabe que no dejaré que le hagan daño.. me he vuelto tan... Adicta a él, a sus caricias, sus besos.. Todo. Y no dejare que me lo arrebaten.

Estoy a solo cuatro pasos. Jonas me mira y cuando me tiene cerca suelta a Nathalie a un lado, provocando que ella caiga y extiende su brazo derecho a mi, espera a que tome su mano.

Sin dudar lo hago y me acerco a él sin extender mis brazos ni corresponderle nada, él me envuelve y cuando está a punto de arrastrarme con él, lo apuñalo con la cuchilla en la boca del estómago, se queda quieto unos segundos antes de reaccionar.

Al reaccionar sostiene mi cabello para atrás bruscamente, saco la cuchilla y vuelvo a enterrarla en su piel, repetidas veces, para este momento, Alexer viene detrás de mí observando la escena.

Jonas logra tirarme bajo él y me golpea con su mano, su golpe seco y débil aún logra un fuerte ardor en la boca del estómago, me quedo sin aire un largo rato. Suelto el objeto filudo enterrado en su cuerpo, intento hacerlo girar para alejarme.

—¡Eres una maldita perra traicionera! —grita cerca a mi rostro, sostiene mis mejillas apretándola con una sola mano. —Si me muero, tú también, perra maldita.

Él quita la cuchilla tan rápido como empieza a salirle sangre por la boca, entierra en mi abdomen la punta de la daga. No es profundo ya que tan rápido como Alexer lo nota lo aleja de mi pero logra patear el mango de la hoja filuda enterrando más en mi abdomen.

El dolor es horrible pero me obligo a soportar y levantarme junto a la cuchilla.

Alexer le propina una patada en la boca del estómago y él cae, está intentando levantarse, siento las punzadas y ardor pero no me detengo, camino en dirección a ellos.

—Acaba con él. —el mango de la pistola se encuentra frente a mi. Decidida lo tomo con mi mano libre, la otra sostiene donde me cortó.

El tono del rubio parece ordenarme, su semblante es serio y me mira con toda la atención del mundo.

Me acerco hasta apuntarle directamente a la cabeza de Jonas el pelirojo. Él se retuerce de dolor por la patada de Alexer en donde le enterré la cuchilla, tiene esa mirada en mi tan fría y de odio.

—Espero que te pudras en el infierno, Jonas Cop Daniels. —le escupo con el semblante serio, lo veo con desprecio.

—Nos veremos ahí... —habla entre dientes con la sangre saliendo de su boca. —Porque eres igual a mi.

Siento un mareo pero mantengo la pistola apuntándole, llevo mis dedos al gatillo para tirar de este.

—Sé quien es tu... El asesino. —escupe levantándose sobre sus codos. —Está muy cerca de ti, muy... —empieza a reír y toser al mismo tiempo. —Muy cerca y créeme... Que esa persona, quiere acabar contigo.

Dirige su mirada a Alexer y luego detrás de mí. Extiende sus brazos esperando el disparo. ¿Por qué.. ha mirado a Alexer?

—¿Quién es? —le pregunto sosteniendo con fuerza la pistola. —¿¡Quién es, Jonas?!

—No lo escuches, quiere jugar con tu mente. —la voz de Alexer llega a mi. —No sabe quién es, Nathalie regó el rumor y está utilizando eso.

Sigo con la mirada fija en Jonas, que sonríe con sus dientes llenos de ese líquido rojizo, levanta las cejas y asiente haciendo un puchero.

—Mátalo. —me ordena el rubio con un tono profundo y serio.

—¿¡Quién es?!

—¡Mátalo! —antes de poder disparar, Jonas patea una de mis piernas logrando que pierda el equilibrio y caiga sobre mis rodillas, mi cabello cubre mi rostro, sin esperar a que diga algo.

No pienso y no me doy tiempo ni a respirar, le vuelvo apuntar y disparo repetidas veces a sus piernas, descargo todo mi enojo y furia en él. La sangre me salpica al rostro y la ropa, tiro el arma cuando grita con las piernas llenas de pólvora.

Tiro la pistola y me centro en la cuchilla que tengo en la mano izquierda, la llevo a mi mano derecha, me coloco sobre el cuerpo de Jonas, con mis rodillas a cada lado de su abdomen y clavo la cuchilla miles de veces en su piel.

—¡Maldito! —musito.

Muevo mi brazo de un lado al otro cortando toda la piel a su paso.

En los últimos cortes, resuena un balazo.

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ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora