ALEXER. CORRIGIENDO

XLI

Ella se acerca con un semblante serio, detrás de ella un fortachón calvo más alto que ella, con uniforme de guardia.

—No vas a preguntar, ¿Quien soy? —me dice como si me importara.

—Eres mi siguiente cadáver. Y no. —ladeo la cabeza. —No me interesa saber de ti.

—Oh, ¿En serio? —forma una sonrisa. —Déjame contarte una historia sobre una perra llamada Lorie; Lorie era una loca en una mansión de mierda, ella quería ser amada y tenía a ese amor, hasta que se obsesionó del mejor amigo de su novio y el juego terminó.

Ruedo los ojos, sin darle importancia ella parece notarlo así que me toma del mentón obligándome a verla.

—Finalizó cuando llegó una zorra que los hechozó a tal punto que Lorie no pudo tener ni a uno ni al otro. —muevo con fuerza mi rostro logrando soltar su agarre.

—¿Crees que me interesa tu historia? Pobre Lorie, pero.. ¿Me trajiste para chismear su vida?

—Debería importarte. —apreta los labios y se aleja. —Se rumorea que ya te acostaste con dos de tus protectores ¿Es cierto?

Aprieto los dientes y desvío la mirada de ella.

—No sé de qué...

¿Esto es verdad? Kyler y Alexer se conocen y son... No habla de ellos, no, no.

—Tú eres Lorie.

—¡Bingo!

—¿Y que quieres de mi?

—De ti, solo quiero a tus protectores y que desaparezcas. —se sienta frente a mi a horcajadas sobre una silla.

—¿Por qué quieres a mis... “Protectores”?

—Que estúpida ingenua. —se burla. —No te interesa, solo los quiero y ya. —escupe. —Puedes dejarme el puesto y te daré... Tu libertad y a.. ¿Nathalie? ¿Que dices?

—¿Crees que confiaré en ti? —ella hace una seña con la mano a su gorila y este se acerca a abrir la puerta, lo siguiente... Me deja completamente pasmada.

Entra.. Nathalie con una venda en los ojos, la venda llena de sangre, sus manos atadas y sus piernas con unas enormes cadenas.

—Ahora si puede decir, que no ha visto nada. —se ríe. —Sus ojos fueron un debut en el club.

Suelta una carcajada.

—En fin, tú decides. —mi atención se detiene en la sangre que resbala por sus mejillas.

—Te pedí ayuda. —me reprocha, resentida. —Y no viniste por mi. ¿Ves lo que me hiciste? ¿¡Lo ves?! ¡Maldita seas!

Cada palabra dicha con enojo y desprecio son como miles de balazos en el corazón, las lágrimas se acumulan en mis ojos, lo último que veo de ella es que se la llevan.

Se largan dejándome en completa soledad y en este lugar frío, vacío y con la sensación de culpa. Miles de recuerdos, palabras y diálogos que tuve con Nath antes de todo esto azotan mi mente.

—No, no, no... —al estar en completa soledad, dejo fluir las lágrimas, bajo la cabeza y evito sollozar.

Llevo mi vista a la entrada cuando unos pasos en mi dirección me ponen alerta, me encuentro con un cuerpo masculino, levanto más mi rostro para ver de quien se trata.

—¿Tú? —su rostro ya no está tan herido como la última vez. Recuerdo la última vez que lo vi fue el día que me culpó de ser quien lo golpeó. El día que Nathalie quería que Alexer golpee a Jonas Cop.